La teoría
- La coordinación sólo aplica sólo a los servicios y a los técnicos.
- Recursos públicos, privados sin fin de lucro y voluntarios.
- No se excluye a nadie y cada recurso decide el nivel de su implicación.
- Nadie solo puede hacer la intervención comunitaria y sin c. no hay intervención comunitaria.
- La c. es trabajo de los profesionales y no voluntariado.
La metodología
- teoría de los tres círculos:
- 1 = núcleo (promoción y organización)
- 2 = participación puntual y/o parcial
- 3 = información
(núcleo teórico ideal: 1 profesional por :servicios sociales, atención primaria de salud, servicios educativos y de adultos)
- reuniones: pocas y bien documentadas, circulación de la información
- comité técnico asesor
los resultados (productos)
- conocimiento y colaboración mutua
- fichero comunitario y guía de recursos
- monografía y diagnóstico comunitario
- programación comunitaria
En esta parte del trabajo sólo intentamos definir claramente que se entiende por coordinación en el ámbito comunitario, es decir, asumiendo la comunidad como dimensión común a la totalidad de servicios o recursos de todo tipo. Estos servicios o recursos actúan naturalmente en base a sus finalidades (prestaciones, programas, actividades, etc.) y a sus obligaciones que, por lo general, son de tipo sectorial o específico atendiendo a demandas que también son sectoriales o especificas aún cuando muchos de estos recursos intenten, en su praxis, proyectar lo específico hacia lo global, y lo sectorial hacia lo general. También muchos de estos recursos actúan con “enfoque comunitario” a sabiendas o confiando en que la comunidad de alguna manera participe de sus finalidades o coopere con ellos.
Lo que no existe es una coordinación comunitaria, es decir, la que entre todos los recursos, de manera orgánica, permanente y autónoma, se construye para intervenir de manera conjunta en y con la misma comunidad.
Por lo tanto, al hablar de coordinación comunitaria, lo primero que hay que aclarar es que nadie va a inmiscuirse en las cuestiones internas (organización, programación, actividades, etc.) propias de cada servicio. Lo único que se va a plantear es la necesidad de darse una organización común a la hora de implicar la comunidad en actividades y programas que, de una manera u otra, afectan, o podrían afectar, el conjunto de servicios y ni siquiera todos de la misma manera, sino en la medida en que autónomamente querrán hacerlo.
El otro elemento que hay que dejar claro desde el comienzo es que hoy en día, en el marco legislativo existente, tanto a nivel del estado como al de las autonomías, no existe ninguna obligación legal para la coordinación. Esto significa que la coordinación comunitaria es un objetivo y/o finalidad a construir desde abajo - aunque requiera luego alguna sistematización formal de tipo administrativo - a través de experiencias y de resultados concretos, demostrando en la praxis su utilidad, validez y funcionalidad.
Esto nos lleva a afirmar que la coordinación comunitaria es un objetivo a medio-largo plazo y que se realiza a través de un proceso que, como siempre, es un proceso educativo de todos sus participantes, que irá implicando los profesionales de los diferentes servicios y recursos, sus respectivos jefes o responsables administrativos, los administradores políticos y, más adelante, también la población y sus representantes formales e informales.
a) La creación de un espacio de encuentro y de intercambio
Gracias a la experiencia de algunos planes comunitarios (Trinitat Nova en Barcelona, Carabanchel Alto y Moratalaz en Madrid, Carmona en Andalucía, etc.) hemos constatado que lo primero que hay que realizar es “un espacio y un momento de encuentro” entre los profesionales de los diferentes servicios. Este espacio va a resultar muy importante a lo largo de todo el proceso de construcción de un sistema orgánico de coordinación comunitaria.
Este espacio, en primer lugar, da pie a que los diferentes profesionales tengan un tiempo reconocido para encontrarse, intercambiar conocimientos y experiencias y, llegado el momento, colaborar entre ellos.
Hemos podido constatar en muchísimas situaciones y realidades el deseo y la voluntad de la gran mayoría de profesionales para encontrarse e intercambiar. Por lo tanto nos parece que la primera etapa de la coordinación comunitaria consiste en dar vida a este espacio y a estos momentos de encuentro. Este hecho requiere alguna explicación más. En primer lugar, la necesidad de que alguien asuma la iniciativa. Donde existen planes comunitarios son los técnicos del equipo comunitario que la proponen y la sustentan con su trabajo profesional (invitación, actas, locales, etc.). Allí donde hay voluntad política de los ayuntamientos, la iniciativa tendría que partir de los técnicos de los diferentes servicios municipales (servicios sociales, cultura, juventud, mujer, drogas, etc.) que invitan a los demás recursos, que no dependen del ayuntamiento. También ha habido experiencias en las que la iniciativa ha salido de los profesionales de un servicio, como en el caso de los sanitarios del Centro de Salud de Laboñou en La Coruña. Sea de quien sea la iniciativa aparece como muy importante la presencia inicial de algún responsable político, en particular de la administración municipal. Esta presencia contribuye a dar cierta formalidad y cierto reconocimiento oficial al hecho de la coordinación, sacándola de inmediato de una equivocada y frustrante visión voluntarista y planteándola como una actividad profesional y de trabajo. Naturalmente sabemos que no todos los servicios ni todos los profesionales van a tener facilidad inmediata para poder participar en esta actividad y sabemos también que habrá que ir superando obstáculos de todo tipo. Pero esto forma parte del proceso y la experiencia demuestra que estos obstáculos son superables.
En segundo lugar, aparece la evidencia que el proceso requiere un trabajo, que no se va a dar espontáneamente y que hay que dedicar a ello un tiempo y una actividad profesional específica.
En tercer lugar, hay que tener en cuenta algunos elementos muy prácticos y funcionales: la duración de las reuniones no puede superar las dos horas. Conviene realizar las reuniones en las últimas horas de la mañana en el día preventivamente concertado. Hay que invitar con un orden del día y hay que hacer un acta de la reunión que tiene que ser enviado (a presentes y ausentes) lo más pronto posible. Tampoco hay que exagerar en el número de reuniones. Creemos que una reunión mensual es más que suficiente. Siempre se pueden tener reuniones extraordinarias para temas puntuales.
Esta primera etapa puede concluir con la constitución de un núcleo que asuma la función de coordinar el proceso. En el esquema ideológico de quien escribe, este núcleo podría estar constituido por un profesional de cada uno de los servicios públicos, universales y gratuitos que existen en cualquier comunidad territorial, es decir, los servicios sociales municipales, los servicios sanitarios de atención primaria y los servicios educativos. Con dos aclaraciones: que puede haber en él profesionales de otros servicios e incluso de recursos privados sin fin de lucro y que puede haber rotaciones con entradas y salidas, para evitar cualquier elemento de burocratización y para dar a todo el mundo la posibilidad de hacer la experiencia.
Esta primera etapa (o este espacio de encuentro que se ha creado), además de haber facilitado el conocimiento mutuo, etc., también ha permitido la realización de un primer producto concreto (cosa importante, para que se vea tangiblemente que la coordinación produce cosas útiles): el fichero comunitario, (exactamente la primera parte del mismo, ya que luego se irá completando con los recursos que llamamos comunitarios, el tejido asociativo), es decir, una ficha de cada recurso existente en la comunidad a los que se quiere ir implicando en el proceso (recordando que el fichero incluirá – así como el proceso – recursos que no están físicamente presentes en el territorio de la comunidad en objeto, pero sí que atienden a la población del mismo. En concreto esto normalmente ocurre con servicios que podríamos llamar de segundo nivel o especializado que atienden territorios mayores de la comunidad de intervención). Estos recursos en general no van a tener la misma implicación en el proceso debido a su mayor ámbito de intervención). El fichero comunitario habrá que compartirlo con el conjunto de los servicios (incluso los que aún no participan del proceso) para que todos manejen las mismas informaciones (el fichero puede ser informatizado y cualquier cambio o cualquier dato nuevo puede ser fácilmente añadido o suprimido). De este fichero, más adelante, podremos sacar otro producto de interés comunitarios: una guía o guías de recursos para los ciudadanos.
b) Funciones, finalidades y productos
A partir de esta primera etapa ya podemos vislumbrar las posibles funciones, finalidades y productos a los que puede dar lugar el proceso de coordinación en su desarrollo. Del conjunto de experiencias existentes hemos podido extrapolar por lo menos los siguientes:
§ colaboración colectiva al programa de un servicio
§ realización de protocolos de colaboración e integración de varios servicios con relación a una demanda, un colectivo, un territorio o una intervención específica
§ colaboración del conjunto de los recursos y servicios al programa comunitario
Colaboración colectiva al programa de un servicio
En el espacio de encuentro que se ha creado un servicio informa de un programa que tiene que llevar a cabo. Como es natural se trata de su programa y es responsabilidad directa llevarlo a cabo. Sin embargo, este mismo programa tendrá posibilidad de conseguir mejores resultados:
§ si todos los demás servicios están informados contribuyendo desde sus respectivos ámbitos a divulgar información correcta sobre el programa.
§ si algún servicio verifica que puede aportar algo concreto y práctico al programa, lo manifestará y asumirá el compromiso correspondiente.
De esta manera el espacio de encuentro ha facilitado o permitido, sin ninguna forzadura y gracias a la colaboración autónoma de los demás que:
§ el programa sectorial o puntual o particular de un servicio sea conocido por todo el mundo y que salga en cierta medida del sectorialismo.
§ las posibilidades de “éxito” del programa se vean reforzadas.
§ el servicio promotor del programa “descubre” que la coordinación y la colaboración con los demás puede ser útil a sus propias tareas y finalidades.
De todo ello se puede derivar que la actitud hacia la coordinación cambiará y todo el mundo puede comprender las ventajas de este espacio de encuentro, información y posible colaboración.
Realización de un protocolo
Se trata de un paso importante en el proceso de la coordinación con la creación de un instrumento (también de un producto) que permite evidenciar claramente la necesidad y utilidad de la coordinación. El espacio de encuentro y de colaboración permite constatar que con relación a una particular demanda (o problema, o colectivo de personas, o un territorio determinado, etc.), varios servicios tienen previstas actividades, prestaciones, programas o iniciativas; la necesidad de “dar un orden” a todo ello parece evidente. Este “dar orden” se puede concretizar en un protocolo que prevea:
§ una información clara de las actividades, funciones, prestaciones de cada cual.
§ verificar que cada uno delimite claramente que es lo que aporta (tipo de prestaciones, tipo de actividades, programas, recursos profesionales, locales, horarios, etc.)
§ conseguir un orden integrado de las diferentes aportaciones evitando sobreposiciones, duplicaciones, etc.
§ producir una clara información y guía de recursos para los ciudadanos, para que hagan un uso más adecuado y correcto del conjunto de prestaciones que el protocolo define y garantiza.
Este protocolo, que a través de la coordinación debe tener un desarrollo técnico, tendrá luego que ser asumido y reconocido por las diferentes entidades (administraciones, ONG, Asociaciones, etc.) de las que dependen los diferentes recursos y servicios para tener vigencia y reales posibilidades de aplicación.
El programa comunitario
Se trata del resultado (o nivel) más avanzado al que puede llegar el proceso de coordinación. En pocas palabras: la implicación de todos y cada uno de los diferentes recursos existentes en un programa único como es el que llamamos programa comunitario.
Antes de definir sintéticamente el programa comunitario hay que aclarar lo siguiente:
§ no todos lo servicios van a estar implicados en la misma manera en el programa.
§ cada uno de ellos definirá autónomamente su grado y nivel de implicación. En base a ello se articulará el programa para que la programación sea real y concreta.
§ habrá que definir claramente aquellos servicios que van a asumir un papel y un peso más relevante en el programa y que de hecho constituirán el núcleo operativo del mismo; otros tendrán un papel y un compromiso más parcial y/o puntual; otros no tendrán ninguno pero sí estarán informados
El programa comunitario podrá nacer y llevarse a cabo si previamente el proceso de coordinación ha realizado otro producto fundamental en el proceso comunitario que es la monografía comunitaria y el diagnóstico comunitario (véase parte correspondiente). Sin diagnóstico comunitario no va a haber programa comunitario, ya que no se podrían haber establecido de manera conjunta las prioridades y finalidades de la intervención.
A partir de aquí definimos como programa comunitario una acción de largo período que modifique substancialmente una realidad X (véase diagnóstico) y que esta modificación sea el resultado de:
§ una implicación efectiva y concreta de las diferentes administraciones implicadas (cada una en su ámbito y en su papel)
§ una coordinación efectiva del conjunto de recursos existentes (véanse párrafos anteriores)
§ una implicación real del tejido asociativo de la población
§ la existencia de un equipo comunitario, parcialmente liberado para llevar adelante el trabajo diario necesario para la realización del programa
§ una visión y programación a medio-largo plazo. Hablamos de tres y seis años de actividad ya que estamos tratando de modificar en profundidad algo que se considera muy importante para el desarrollo de una realidad
§ una visión global del tema tratado superando sectorialismos y localismos
§ una visión general del tema implicando en él todas las franjas de población, aunque el mismo tema tenga más directa relación con una sola de ellas (por ejemplo infancia).
c) Los instrumentos y productos del proceso de coordinación
Como ya adelantamos anteriormente a lo largo del proceso de coordinación se van necesitando instrumentos y al mismo tiempo se van produciendo algunos resultados que a su vez refuerzan el proceso y hacen visible el trabajo realizado. Los podríamos resumir en:
1.- Fichero comunitario que se articula en:
§ fichas de todos los recursos (públicos, privados sin fin de lucro, voluntarios) existentes en la comunidad de intervención o que intervienen en ella aún sin estar físicamente ubicados en ella
§ fichas de las asociaciones, grupos, pandilla, etc. de la población
§ fichas de todas las personas (de los servicios, de los grupos y asociaciones, representantes, líderes, responsables, etc.) que se están implicando en el proceso o que pueden ir implicándose en él
§ fichas de los locales que pueden ser usados en actividades comunitarias
§ Fichas de los puntos de encuentro de la comunidad que son a la vez puntos informativos (véase plan informativo)
Del conjunto de conocimiento del patrimonio de recursos existente en la comunidad se pueden ir publicando guías de recursos para los ciudadanos. Las guías pueden ser generales o sectoriales o monográficas (dedicadas a un tema particular, como podría ser en el caso del mencionado protocolo).
2.- La monografía y el diagnóstico comunitario
Realización de la investigación participativa y audición u otros estudios en colaboración con universidades, fundaciones, etc.
El programa comunitario sin coordinación, es prácticamente imposible de llevar a cabo.
A lo largo del proceso y gracias a este espacio de encuentro y de colaboración mutua, muchas más cosas se han ido realizando de manera espontánea y que no llegan a cuajar en un nivel concreto y definible. Todo ello lo podríamos definir como “elementos sinérgicos espontáneos”, así como haber contribuido a sacar muchos profesionales de una cierta situación de frustración y de una cierta sensación de soledad profesional. Todo esto es muy difícil de medir, pero esto no significa que no sea cierto.
d) Conclusiones
Estamos intentando definir aquí una hipótesis de trabajo para que en las comunidades de intervención se realice una concreta organización coordinada de los diferentes recursos existentes (hoy numerosos, cualificados y al mismo tiempo fragmentados en sus actuaciones). Hablamos por lo tanto de una organización estable, permanente y en cierta medida orgánica.
Esta (u otra si la hubiese) organización de los recursos tendría que darse, estando o no, un plan comunitario en esa comunidad: tendría que ser una organización autónoma que los mismos recursos se dan, superando barreras y trabas en general procedentes de las diferentes administraciones de las que dependen orgánicamente. Esta organización permitiría asumir por parte de los recursos técnicos un papel más correcto –sin ningún tinte de corporativismo- con relación bien a los políticos y administradores, como a la misma comunidad y población.
El conjunto de recursos organizados de manera coordinada representa un capital humano, técnico-científico y profesional muy importante, un patrimonio que tenemos que poner a disposición de los otros dos protagonistas (administraciones y población) de la manera más correcta y adecuada posible. Esto no puede ser un tema individual de cada profesional en su servicio y con su administración. El proceso comunitario de desarrollo local no puede avanzar si este capital no se utiliza correctamente, evitando, por otra parte, otro gran riesgo o peligro del mismo proceso: plantearse como alternativo a lo existente e ir dando vida a iniciativas y procesos excluyentes.
Marco Marchioni
www.ub.es/escult/docus2/marchioni.doc