Hitler un psicópata genocida
La modernidad no siempre es sinónimo de sagacidad, ni menos de información puntual a los miembros de esa moderna sociedad, y pongo por testigo a un tipo de individuo, el psicópata, que siendo el sujeto más peligroso de la historia de la humanidad, campa por sus respetos en el tejido social, exhibiendo falsas virtudes de su falsa personalidad y ocultando su maldad, con tal impunidad que le habilita para seguir ejecutándola bajo el manto de la ejemplaridad y excelencia. Fíjense que siendo el psicópata un individuo cuyo rasgo más distintivo es su inmoralidad (1), su capacidad de disimular ésta, revistiéndola de virtud, así como su habilidad camaleónica (2) de pasar de ser un dechado de virtudes a transformarse en un hábil reptil que ataca y se esconde, ha conseguido incluso engañar a la Psiquiatría y zafarse de ella para que no se le estudie su patología mental.
Hoy día el término psicopatía ha desaparecido de los libros de Patología Mental, estudiándose sólo aquellos psicópatas, los hermanos pobres de los psicópatas ricos que ahora estudiamos, que por transgredir abiertamente la ley, suelen entrar en prisión bajo el diagnóstico de Trastorno Antisocial de la Personalidad (3).
Hoy día el término psicopatía ha desaparecido de los libros de Patología Mental, estudiándose sólo aquellos psicópatas, los hermanos pobres de los psicópatas ricos que ahora estudiamos, que por transgredir abiertamente la ley, suelen entrar en prisión bajo el diagnóstico de Trastorno Antisocial de la Personalidad (3).
El psicópata es un individuo inmoral, que escondido detrás de una máscara simulada de cordura y excelencia, es sin duda la persona más peligrosa en cualquier grupo social en libertad; y no lo duden, la prontitud en su diagnóstico es una de las acciones más rentables que quepa imaginar. Apunten un dato, a veces la Psiquiatría se aleja tanto de la sociedad a la que sirve, que a los Médicos Internos y Residentes de esta especialidad (MIR) no se les facilita conocer a este peligroso enfermo mental. En esta macabra élite se encuentran todo tipo de sujetos, desde Presidentes y presidenciables, grandes artistas y Magistrados estrella, hasta psicópatas domésticos y vulgares que lo único que consiguen es bajar la calidad de nuestra convivencia de cada día ,y no lo duden, hacernos sufrir.
El psicópata hizo su aparición en los libros de Psiquiatría en 1903 (4) y desapareció hacia los años 80 del pasado Siglo, cuando la llamada moderna Psiquiatría, acaudillada por un movimiento muy particular de renovación que impuso Norteamérica, decidió alejarse de los intereses sociales, para enrocarse sólo en la investigación de los pacientes que pedían ayuda a los médicos, y por tanto que ellos mismos sufrían, olvidando a aquellos que hacen sufrir a la sociedad, y de qué manera (3). Precisamente coincidiendo con la desaparición de este diagnóstico en los libros de Medicina, aparece la obra de un Psiquiatría, Hervey Cleckley, La Máscara de la Cordura (5), como especie de protesta inconsciente de la sociedad que usó a este autor como su portavoz y que constituye, esta obra, una pieza magistral de descripción clínica de la enfermedad. No es casualidad que el Dr. Cleckley escribiera inmediatamente antes de la mencionada obra, otra, Las tres caras de Eva, película llevada al cine por Nunnally Johnson, en donde se analiza la personalidad múltiple de Eva White, que no es más que la exposición diferida de los diferentes comportamientos o caras que caracterizan al psicópata, Eva pasa de mujer idílica a casquivana empedernida y a mostrar sus instintos de psicópata criminal filicida.
Es tal la capacidad de camuflaje de estos individuos, cuya presencia numérica en la sociedad es asombrosa, y que cada día nos rozamos con alguno de ellos, que con la intención que aprendamos a detectarlos, vamos a estudiar su diagnóstico a través de cuatro de sus rasgos, haciendo justo lo contrario que hace la Medicina: primero nos ocuparemos de sus virtudes, después de las relaciones personales que suelen establecer en los grupos en los que opera; seguidamente de los lugares que acostumbran a frecuentar, finalizaremos haciendo una concesión a la Psiquiatría, es decir, ocuparnos de los rasgos negativos de su conducta, de eso que los médicos llamamos síntomas de la enfermedad y en los que acostumbramos a basar los diagnósticos y que como se demuestra aquí puede ser, en ocasiones, una estrategia equivocada.
Una persona excelente de la cual pocos desconfían
El psicópata, hombre o mujer, es un ser que brilla a través de un liderazgo virtuoso, de una conducta ejemplar, de una inigualable capacidad de seducción y de una integración y entrega a los objetivos del grupo en que se encuentra y que la mayoría encomia. No importa que virtud sea la que destaque en su comportamiento, porque ellos dominan todo su catálogo, y cuando sospecha que alguien le descubre, lo trata con elegancia y encanto, sin darse por aludido, y espera, se oculta al más puro estilo saurio, emergiendo como el Guadiana por otro lugar y circunstancia. Saben mostrarse caritativos, exhiben una extraña compasión frente al dolor, propalan la amistad envuelta en ternura, aunque a caballo ésta entre la frialdad y la emoción sincera, y suelen tener actuaciones brillantes en defensa de un valor social deseable. Para demostrar que su bienhacer llega a la excelencia, trabaja denonadamente en la preparación pública de un caso, de un acto, de un suceso, de los que se responsabiliza de su organización, siempre que esto tengan un beneficio en cortocircuito inmediato y con renta personal; igual organizan una colecta para un menesteroso, que preparan un evento para celebrar una efeméride u organizan un encuentro, siempre que ellos sean los beneficiarios, y en cualquier caso, mucho mejor, si este trabajo comporta la muerte social de algún envidiado. Se muestran generosos y atentos, próximos y solícitos, y cuando en una reunión se le demuestra que la verdad es justo lo contrario de lo que él dice, camaleónicamente vira con prontitud su argumentación y exclama: ¡precisamente yo estoy en su misma línea!, dando a continuación datos a favor de la tesis contraria de la que hasta entonces había defendido.
Las relaciones que suelen establecer
Quizás sea por una de las aficiones y conocimientos profesionales del autor de este artículo, pero les puedo decir que un lugar óptimo para descubrir un psicópata, es ver como se mueve en los grupos sociales y organizaciones a las que pertenece, créanme que produce admiración el entretejido de sus conductas perversas, contienen sabiduría estratégica, cosa que le hizo poner en su tarjeta profesional a un psicópata de mi experiencia, dedicado profesionalmente a la extorsión: Fulano de Tal y Tal, Ingeniero Social. Pero cualquier persona mínimamente educada su percepción, y si se aposta en la esquina de la vida de un psicópata, observándolo fijamente y con el sombrero de ala calado, descubrirá que establece cuatro tipos de relaciones :
Tiene seguidores. El psicópata suele ser un líder que crea "una pandilla", que le sigue fielmente y con escasa crítica, individuos éstos de débil personalidad, no muy dotados intelectualmente, a quienes les inyecta su odio que ejecutan ciegamente atacando al elegido por el Jefe, pero cuando se escruta en proximidad a la víctima-seguidor, éste confiesa admiración, orgullo y hasta seguridad de pertenecer a la pandilla, pero con algo de miedo, que le hizo expresar a uno de ellos, cuando un compañero le propuso hacer algo distinto a lo que el Jefe proponía, el interlocutor le respondió: "pero ten en cuenta que Luz me ha propuesto lo contrario", al tiempo que esbozaba una ligera subida de hombros como haciendo un gesto de puntos suspensivos y de tímida interrogación. Por eso se dice del psicópata que es un sádico.
Tiene aliados. Busca brazos en los que apoyarse pidiendo favores para ejecutar la maldad, a cambio de ofrecer una lealtad de la que carece, pero al tiempo el aliado percibe una cierta amenaza si no cumple lo prometido, ya que procura escoger a personas con cierta ascendencia sobre ellos, a los que puede chantajear y hundir si no cumplen. Por eso se dice que el psicópata en un ser inseguro.
Tiene seducidos. El psicópata suele ser un ser aparentemente encantador, excelente y ejemplar, que se abre camino seduciendo al mostrar su mejor cara, que no es más que aspectos de su persona basados en la mentira y simulación. Por eso es difícil desenmascaralo, ya que cuando alguien se atreve a hacerlo provoca la incredulidad de los seducidos, que no dan crédito al cambio mental que se ven obligados a hacer si hicieran caso a esa crítica. Por eso se dice que el psicópata es un perverso.
Tiene enemigos. Su envidia y la consecuencia directa de ésta, la crueldad, le hace ser un ingeniero del mal, estratega fino para destruir aquellos a los que envidia o a los que conocen su maldad. Por eso se dice que el psicópata es cruel.
Los rasgos negativos que camufla
El psicópata junto a su locuacidad y encanto, suma una autoestima ilimitada, que la mayor parte de las veces no corresponde a la realidad, ya que suelen brillar porque se lo proponen, se ensalzan y se relamen su propia piel al estilo de los félidos, pero en el fondo son intelectualmente vacíos y estéticamente vulgares. Esto no es óbice para que existan verdaderos genios en un sector particular de cualquier actividad, que además tienen comportamientos psicopáticos, al final veremos la diferencia. Son sujetos, los psicópatas, que carecen del más mínimo remordimiento, no siente conmiseración o lástima y son irresponsables, mentirosos, manipuladores en extremo e hipócritas hasta provocar la sonrisa del interlocutor, cuando entre lo que dicen y lo que debieran decir, existen unas distancias bipolares. Son exquisitos difamadores, envidiosos en extremo y crueles hasta el espanto, siendo el único objetivo de su vida la vanagloria y el organizar todo tipo de estrategias con un doble objetivo, su brillo personal y el daño a todo aquel al que envidia, especialmente si éstos le demuestran su inferioridad intelectual, bajeza moral y suciedad de comportamiento. No se le conoce amigo alguno, no tiene ningún tipo de relaciones afectivas en profundidad que no sean sus amantes, ni muestran solidaridad que no sea ésta una pieza más de su estrategia para hacer el mal; a las mujeres las seducen, con las esposas son desleales, están en permanente estado de caza y explotación, suelen ser un parásito de alguien al que engañan, como padres son despegados y carentes de normas, y las caras que muestran, sin salirse de un solo espacio, son más numerosas que las de la baraja. Pero eso sí, todo en el marco de la ejemplaridad y de la excelencia y yendo tan lejos en sus fechorías, como aconseja su estratégica prudencia, pero todo supuesto con la mínima expresividad que son capaces.
Los lugares que suelen elegir
El psicópata prospera en aquellos escenarios de menor fiabilidad y mayor facilidad para el olvido, donde la consecuencia de los actos se borra con facilidad, ya que la goma que se usa para ello es la falsedad, el cambio, el poder y la seducción. Su presencia no es tan frecuente en el mundo donde la validez del personaje se mide más y las consecuencias de sus actos se olvidan menos, al dejar éstos huellas indelebles, por ejemplo: la Bolsa sube hoy y baja mañana, en política los fenómenos tienen una alta mutabilidad, en deporte no digamos, e igualmente en las agrupaciones religiosas, donde la represión jerarquizada y el silencio suelen ser la norma de obligado cumplimiento, y añadan el vasto campo de la Administración de Justicia, donde la psicopatía impregna el ambiente hasta hacerlo turbio como las aguas más contaminadas. Pero no ocurre lo mismo en la actividad empresarial o en la científica, donde la consecuencia de un acto se evalúa por la trascendencia objetiva, difícil de borrar o disimular, y en donde la improvisación y el fuego artificial tiene menos cabida.
GRANDES Y PEQUEÑOS PSICÓPATAS
No esperen que les dé nombres de grandes psicópatas, porque es fácil ver la inconveniencia de hacerlo, y si aquí se hiciera una lista de ellos, la cara de extrañeza del lector nos llegaría a través de las ondas del correo: ¿pero cómo, ese?, pues quítele la rica vestimenta de rey que exhibe y lo podrá valorar desnudo. Piense que hay desde conocidos Jefes de Estado actuales, hasta genios del arte y magnates de las finanzas de ahora, pero también Presidentes de todo y Jefes de lo inimaginable; y si este conglomerado público es importante su consideración, el que sin duda es más dañino es el psicópata doméstico, el padre y el esposo, el hijo y el compañero, el jefe y el líder de pequeños grupos, o sencillamente, el amigo que, con sorpresa, nos traiciona.
EL CASO DE UN PSICÓPATA DOMÉSTICO
Luz era un sesentón, hoy fallecido, casado y sin hijos, de cultura universitaria, él mismo se titulaba Doctor en Letras, aunque nadie vió su título de Licenciado y menos el de Doctor colgado en las paredes de su lujoso apartamento, hogar que exhibía con profusión a sus aliados y seducidos para que vieran lo que ganaban si le obedecían. Su matrimonio marchó de manera óptima, él residia a 1.500 Km. de distancia de su mujer; estuvo retirado muchos años y dedicado a todo tipo de actividades placenteras, siendo su esposa una hacendada y vocacional trabajadora, rayando en la adicción, cuya residencia, como se ha dicho, estaba a 90 minutos de avión de la de su marido. Protagonizaron encuentros semanales o bimensuales, con un viaje que ella siempre hacía al lugar de él, momento en que Luz se mostraba solícito y extremadamente encantador, la agasajaba en extremo, y ella convencida de la fidelidad de su compañero, aunque, digamos en voz baja, el catálogo de las amantes del amante esposo fué siempre difícil calcular. Luz se trasladó de joven al lugar de su residencia por razones profesionales, fracasó en todo tipo de actividades que intentó, ya que eran trabajos que requerían una personalidad equilibrada, siendo su única actividad durante largos años, hacer creer a su mujer dos cosas, que ella contaba con orgullo y complacencia a sus amigos: que era bueno para su salud que continuase trabajando de esa forma, y que él, como fiel esposo, la aguardaba sacrificado en su paraíso de bienestar y sol que sólo él sabía cultivar para cuando ella llegase.
La actividad de Luz fué intensa, entre los viajes de placer que realizaba con su mujer a los países más exóticos, sufragados por ella siempre, claro, y la intensa actividad social que llevaba a cabo en su lugar de residencia, no le quedaba excesivo tiempo, especialmente si se contabiliza el que gastaba en organizar todo tipo de trampas y estrategias para ser el líder en los grupos sociales organizados de los que era miembro. En todos ellos había conseguido, que o bien tales grupos se fragmentesen en dos, o que la mitad de ellos los abandonasen por la atmósfera que terminaba creando.
SUGERENCIAS PARA EL PROFESIONAL
Las personalidades psicopáticas se incluyen dentro de lo que se denomina Trastorno del carácter, en donde el individuo utiliza masivamente la disociación, identificación proyectiva e introyectiva, quedándose el sujeto con la parte idealizada de sí mismo y colocándose fuera, y atacada, la peor de todo lo que se deriva una existencia narcisística, exigente, controladora, voraz y envidiosa. Psiquiátricamente existe una dimensionalidad gradual que se extiende, entre el Trastorno Antisocial de Personalidad, que son los psicópatas que transgreden frecuentemente la ley y acaban en la prisión, se sitúan después los psicópatas que hemos estudiado, a los que les caracteriza un mayor control sobre sí mismos, razón por la que evitan la punición por parte de la sociedad, y finalmente están aquellas personalidades normales pero con rasgos psicopáticos, permanentes o puntuales (6).
Ángel Martínez Pina
El psicópata hizo su aparición en los libros de Psiquiatría en 1903 (4) y desapareció hacia los años 80 del pasado Siglo, cuando la llamada moderna Psiquiatría, acaudillada por un movimiento muy particular de renovación que impuso Norteamérica, decidió alejarse de los intereses sociales, para enrocarse sólo en la investigación de los pacientes que pedían ayuda a los médicos, y por tanto que ellos mismos sufrían, olvidando a aquellos que hacen sufrir a la sociedad, y de qué manera (3). Precisamente coincidiendo con la desaparición de este diagnóstico en los libros de Medicina, aparece la obra de un Psiquiatría, Hervey Cleckley, La Máscara de la Cordura (5), como especie de protesta inconsciente de la sociedad que usó a este autor como su portavoz y que constituye, esta obra, una pieza magistral de descripción clínica de la enfermedad. No es casualidad que el Dr. Cleckley escribiera inmediatamente antes de la mencionada obra, otra, Las tres caras de Eva, película llevada al cine por Nunnally Johnson, en donde se analiza la personalidad múltiple de Eva White, que no es más que la exposición diferida de los diferentes comportamientos o caras que caracterizan al psicópata, Eva pasa de mujer idílica a casquivana empedernida y a mostrar sus instintos de psicópata criminal filicida.
Es tal la capacidad de camuflaje de estos individuos, cuya presencia numérica en la sociedad es asombrosa, y que cada día nos rozamos con alguno de ellos, que con la intención que aprendamos a detectarlos, vamos a estudiar su diagnóstico a través de cuatro de sus rasgos, haciendo justo lo contrario que hace la Medicina: primero nos ocuparemos de sus virtudes, después de las relaciones personales que suelen establecer en los grupos en los que opera; seguidamente de los lugares que acostumbran a frecuentar, finalizaremos haciendo una concesión a la Psiquiatría, es decir, ocuparnos de los rasgos negativos de su conducta, de eso que los médicos llamamos síntomas de la enfermedad y en los que acostumbramos a basar los diagnósticos y que como se demuestra aquí puede ser, en ocasiones, una estrategia equivocada.
Una persona excelente de la cual pocos desconfían
El psicópata, hombre o mujer, es un ser que brilla a través de un liderazgo virtuoso, de una conducta ejemplar, de una inigualable capacidad de seducción y de una integración y entrega a los objetivos del grupo en que se encuentra y que la mayoría encomia. No importa que virtud sea la que destaque en su comportamiento, porque ellos dominan todo su catálogo, y cuando sospecha que alguien le descubre, lo trata con elegancia y encanto, sin darse por aludido, y espera, se oculta al más puro estilo saurio, emergiendo como el Guadiana por otro lugar y circunstancia. Saben mostrarse caritativos, exhiben una extraña compasión frente al dolor, propalan la amistad envuelta en ternura, aunque a caballo ésta entre la frialdad y la emoción sincera, y suelen tener actuaciones brillantes en defensa de un valor social deseable. Para demostrar que su bienhacer llega a la excelencia, trabaja denonadamente en la preparación pública de un caso, de un acto, de un suceso, de los que se responsabiliza de su organización, siempre que esto tengan un beneficio en cortocircuito inmediato y con renta personal; igual organizan una colecta para un menesteroso, que preparan un evento para celebrar una efeméride u organizan un encuentro, siempre que ellos sean los beneficiarios, y en cualquier caso, mucho mejor, si este trabajo comporta la muerte social de algún envidiado. Se muestran generosos y atentos, próximos y solícitos, y cuando en una reunión se le demuestra que la verdad es justo lo contrario de lo que él dice, camaleónicamente vira con prontitud su argumentación y exclama: ¡precisamente yo estoy en su misma línea!, dando a continuación datos a favor de la tesis contraria de la que hasta entonces había defendido.
Las relaciones que suelen establecer
Quizás sea por una de las aficiones y conocimientos profesionales del autor de este artículo, pero les puedo decir que un lugar óptimo para descubrir un psicópata, es ver como se mueve en los grupos sociales y organizaciones a las que pertenece, créanme que produce admiración el entretejido de sus conductas perversas, contienen sabiduría estratégica, cosa que le hizo poner en su tarjeta profesional a un psicópata de mi experiencia, dedicado profesionalmente a la extorsión: Fulano de Tal y Tal, Ingeniero Social. Pero cualquier persona mínimamente educada su percepción, y si se aposta en la esquina de la vida de un psicópata, observándolo fijamente y con el sombrero de ala calado, descubrirá que establece cuatro tipos de relaciones :
Tiene seguidores. El psicópata suele ser un líder que crea "una pandilla", que le sigue fielmente y con escasa crítica, individuos éstos de débil personalidad, no muy dotados intelectualmente, a quienes les inyecta su odio que ejecutan ciegamente atacando al elegido por el Jefe, pero cuando se escruta en proximidad a la víctima-seguidor, éste confiesa admiración, orgullo y hasta seguridad de pertenecer a la pandilla, pero con algo de miedo, que le hizo expresar a uno de ellos, cuando un compañero le propuso hacer algo distinto a lo que el Jefe proponía, el interlocutor le respondió: "pero ten en cuenta que Luz me ha propuesto lo contrario", al tiempo que esbozaba una ligera subida de hombros como haciendo un gesto de puntos suspensivos y de tímida interrogación. Por eso se dice del psicópata que es un sádico.
Tiene aliados. Busca brazos en los que apoyarse pidiendo favores para ejecutar la maldad, a cambio de ofrecer una lealtad de la que carece, pero al tiempo el aliado percibe una cierta amenaza si no cumple lo prometido, ya que procura escoger a personas con cierta ascendencia sobre ellos, a los que puede chantajear y hundir si no cumplen. Por eso se dice que el psicópata en un ser inseguro.
Tiene seducidos. El psicópata suele ser un ser aparentemente encantador, excelente y ejemplar, que se abre camino seduciendo al mostrar su mejor cara, que no es más que aspectos de su persona basados en la mentira y simulación. Por eso es difícil desenmascaralo, ya que cuando alguien se atreve a hacerlo provoca la incredulidad de los seducidos, que no dan crédito al cambio mental que se ven obligados a hacer si hicieran caso a esa crítica. Por eso se dice que el psicópata es un perverso.
Tiene enemigos. Su envidia y la consecuencia directa de ésta, la crueldad, le hace ser un ingeniero del mal, estratega fino para destruir aquellos a los que envidia o a los que conocen su maldad. Por eso se dice que el psicópata es cruel.
Los rasgos negativos que camufla
El psicópata junto a su locuacidad y encanto, suma una autoestima ilimitada, que la mayor parte de las veces no corresponde a la realidad, ya que suelen brillar porque se lo proponen, se ensalzan y se relamen su propia piel al estilo de los félidos, pero en el fondo son intelectualmente vacíos y estéticamente vulgares. Esto no es óbice para que existan verdaderos genios en un sector particular de cualquier actividad, que además tienen comportamientos psicopáticos, al final veremos la diferencia. Son sujetos, los psicópatas, que carecen del más mínimo remordimiento, no siente conmiseración o lástima y son irresponsables, mentirosos, manipuladores en extremo e hipócritas hasta provocar la sonrisa del interlocutor, cuando entre lo que dicen y lo que debieran decir, existen unas distancias bipolares. Son exquisitos difamadores, envidiosos en extremo y crueles hasta el espanto, siendo el único objetivo de su vida la vanagloria y el organizar todo tipo de estrategias con un doble objetivo, su brillo personal y el daño a todo aquel al que envidia, especialmente si éstos le demuestran su inferioridad intelectual, bajeza moral y suciedad de comportamiento. No se le conoce amigo alguno, no tiene ningún tipo de relaciones afectivas en profundidad que no sean sus amantes, ni muestran solidaridad que no sea ésta una pieza más de su estrategia para hacer el mal; a las mujeres las seducen, con las esposas son desleales, están en permanente estado de caza y explotación, suelen ser un parásito de alguien al que engañan, como padres son despegados y carentes de normas, y las caras que muestran, sin salirse de un solo espacio, son más numerosas que las de la baraja. Pero eso sí, todo en el marco de la ejemplaridad y de la excelencia y yendo tan lejos en sus fechorías, como aconseja su estratégica prudencia, pero todo supuesto con la mínima expresividad que son capaces.
Los lugares que suelen elegir
El psicópata prospera en aquellos escenarios de menor fiabilidad y mayor facilidad para el olvido, donde la consecuencia de los actos se borra con facilidad, ya que la goma que se usa para ello es la falsedad, el cambio, el poder y la seducción. Su presencia no es tan frecuente en el mundo donde la validez del personaje se mide más y las consecuencias de sus actos se olvidan menos, al dejar éstos huellas indelebles, por ejemplo: la Bolsa sube hoy y baja mañana, en política los fenómenos tienen una alta mutabilidad, en deporte no digamos, e igualmente en las agrupaciones religiosas, donde la represión jerarquizada y el silencio suelen ser la norma de obligado cumplimiento, y añadan el vasto campo de la Administración de Justicia, donde la psicopatía impregna el ambiente hasta hacerlo turbio como las aguas más contaminadas. Pero no ocurre lo mismo en la actividad empresarial o en la científica, donde la consecuencia de un acto se evalúa por la trascendencia objetiva, difícil de borrar o disimular, y en donde la improvisación y el fuego artificial tiene menos cabida.
GRANDES Y PEQUEÑOS PSICÓPATAS
No esperen que les dé nombres de grandes psicópatas, porque es fácil ver la inconveniencia de hacerlo, y si aquí se hiciera una lista de ellos, la cara de extrañeza del lector nos llegaría a través de las ondas del correo: ¿pero cómo, ese?, pues quítele la rica vestimenta de rey que exhibe y lo podrá valorar desnudo. Piense que hay desde conocidos Jefes de Estado actuales, hasta genios del arte y magnates de las finanzas de ahora, pero también Presidentes de todo y Jefes de lo inimaginable; y si este conglomerado público es importante su consideración, el que sin duda es más dañino es el psicópata doméstico, el padre y el esposo, el hijo y el compañero, el jefe y el líder de pequeños grupos, o sencillamente, el amigo que, con sorpresa, nos traiciona.
EL CASO DE UN PSICÓPATA DOMÉSTICO
Luz era un sesentón, hoy fallecido, casado y sin hijos, de cultura universitaria, él mismo se titulaba Doctor en Letras, aunque nadie vió su título de Licenciado y menos el de Doctor colgado en las paredes de su lujoso apartamento, hogar que exhibía con profusión a sus aliados y seducidos para que vieran lo que ganaban si le obedecían. Su matrimonio marchó de manera óptima, él residia a 1.500 Km. de distancia de su mujer; estuvo retirado muchos años y dedicado a todo tipo de actividades placenteras, siendo su esposa una hacendada y vocacional trabajadora, rayando en la adicción, cuya residencia, como se ha dicho, estaba a 90 minutos de avión de la de su marido. Protagonizaron encuentros semanales o bimensuales, con un viaje que ella siempre hacía al lugar de él, momento en que Luz se mostraba solícito y extremadamente encantador, la agasajaba en extremo, y ella convencida de la fidelidad de su compañero, aunque, digamos en voz baja, el catálogo de las amantes del amante esposo fué siempre difícil calcular. Luz se trasladó de joven al lugar de su residencia por razones profesionales, fracasó en todo tipo de actividades que intentó, ya que eran trabajos que requerían una personalidad equilibrada, siendo su única actividad durante largos años, hacer creer a su mujer dos cosas, que ella contaba con orgullo y complacencia a sus amigos: que era bueno para su salud que continuase trabajando de esa forma, y que él, como fiel esposo, la aguardaba sacrificado en su paraíso de bienestar y sol que sólo él sabía cultivar para cuando ella llegase.
La actividad de Luz fué intensa, entre los viajes de placer que realizaba con su mujer a los países más exóticos, sufragados por ella siempre, claro, y la intensa actividad social que llevaba a cabo en su lugar de residencia, no le quedaba excesivo tiempo, especialmente si se contabiliza el que gastaba en organizar todo tipo de trampas y estrategias para ser el líder en los grupos sociales organizados de los que era miembro. En todos ellos había conseguido, que o bien tales grupos se fragmentesen en dos, o que la mitad de ellos los abandonasen por la atmósfera que terminaba creando.
SUGERENCIAS PARA EL PROFESIONAL
Las personalidades psicopáticas se incluyen dentro de lo que se denomina Trastorno del carácter, en donde el individuo utiliza masivamente la disociación, identificación proyectiva e introyectiva, quedándose el sujeto con la parte idealizada de sí mismo y colocándose fuera, y atacada, la peor de todo lo que se deriva una existencia narcisística, exigente, controladora, voraz y envidiosa. Psiquiátricamente existe una dimensionalidad gradual que se extiende, entre el Trastorno Antisocial de Personalidad, que son los psicópatas que transgreden frecuentemente la ley y acaban en la prisión, se sitúan después los psicópatas que hemos estudiado, a los que les caracteriza un mayor control sobre sí mismos, razón por la que evitan la punición por parte de la sociedad, y finalmente están aquellas personalidades normales pero con rasgos psicopáticos, permanentes o puntuales (6).
Ángel Martínez Pina