viernes, 28 de febrero de 2014

Aurora de esperanza (1937)


Esta película enseña como no hay que ser: no hay que ir de victima, no hay que dar pena, no hay que ser pasivo ni soberbio, sino todo lo contrario ser humilde, positivo,  proactivo y creativo. Ofrecer en vez de pedir.

















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CONDUCTA ASERTIVA

Asertividad
Publicado el febrero 28th, 2014 | por Jose Salido Botas
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Lo que hay entre el monstruo y el ratón. La asertividad

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Resumen: La asertividad como forma más adaptativa y funcional de comunicar deseos, necesidades y sentimientos es analizada en este excelente artículo.

3.5

De utilidad

Valoración del lector4.4 (3 votos)
Como sabemos, las personas tenemos diferentes formas o estilos de comunicarnosunos más adaptativos y otros más instrumentales, pero es inviable negar que unos son más funcionales que otros. Seguro que a lo largo de este artículo se os irán viniendo imágenes de personas que podrían categorizarse en cada una de estas tres concepciones que proponemos y alguno hasta se atreverá a sentirse identificado con uno de estos tres estilos, sobre todo si tiene connotaciones que considera o valora como positivas.
En uno de los dos extremos se encuentra la primera de ellas, que me permito asociar a la imagen del clásico concepto que tenemos de un monstruo. Estas personas suelen distinguirse por el despliegue de un estilo comunicacional agresivo o invasivo (suelen agredir verbal o físicamente si no obtienen lo que desean). Son personas que no tienen problemas en violar o violentar los derechos de los demás en aras de conseguir lo que se propongan.
Ese componente que nos recuerda a rasgos eminentemente de tipo narcisista, les mueve aquerer destacar a cualquier precio. Esa pretenciosidad les hace creerse “especiales” y se comunican con el resto de forma arrogante o soberbia. Es típico que salgan de su boca “deberías” o amenazas veladas formuladas desde una intención meramente imperativa. Expresan su opinión sin tener en cuenta los sentimientos y sin respetar las opiniones de los demás.
En cuanto a la conducta no verbal de este tipo de sujetos destaca una mirada fija y desafiante, un tono de voz elevado, una postura amenazante que puede llegar a intimidar al receptor del mensaje. Además son reaccionarios ante halagos y críticas, de modo que mi consejo es mantener distancia con los “monstruos” para curarnos en problemas y en salud. La ventaja de Ser “monstruo” es que la gente no los suele pisar, la desventaja es que no quieren tenerlos cerca.
En otro de los extremos, podemos encontrarnos a los ratones. Estas personas acostumbran a utilizar un estilo de comunicación caracterizado por la sumisión y por la pasividad. Esta forma permisiva de socializarse promueve que los demás los pisen, puesto que tienen serias dificultades en la defensa de sus propios derechosSuelen hacer lo que les dicen, sin manifestar lo que piensan o sienten al respecto.
Su comportamiento en muchas ocasiones denota dependencia tanto a nivel físico como a nivel emocional, ya que necesitan de otras personas para tomar decisiones, para sentirse protegidos o para iniciar nuevos proyectos. Como podéis imaginaros los ratones son carne de cañón para los monstruos, debido a que su indefensión y su baja autoestima son lacombinación perfecta para que sus cualidades sean explotadas por éstos.
En cuanto a la conducta no verbal, podemos destacar una postura corporal cerrada y encogida caracterizada por la ausencia relativa o absoluta de contacto visual, un tono de voz bajo, cierta sudoración en las palmas de las manos y un comportamiento evitativo en cómputos generales.
La ventaja de ser una persona pasiva es que raramente se recibe un rechazo directo por parte de los demás, la desventaja es que los demás se aprovechan de uno y se acaba por acumular una pesada carga de resentimiento y de irritación, que puede llegar a descargarse de la forma más agresiva.
En el medio del continuo tenemos al estilo de comunicación más adaptativo y más funcional, se trata de la asertividad y lo hemos querido asociar a la figura de la persona,aunque si bien es cierto que con bastante optimismo. En este estilo debe darse unequilibrio entre la conciencia social, la autoestima y las propias limitaciones.
Esto es importante, ya que vivimos en sociedad y por ello tenemos que ser conscientes de que no estamos solos en el lugar que habitamos, que también otras personas pueden tener los mismos deseos y ambiciones que nosotros y esto puede interferir en nuestro camino, de nosotros depende cómo manejamos este tipo de situaciones.
Para este control es necesario el amor propio, el cariño y el respeto hacia uno mismo, puesto que difícilmente podremos defender nuestros derechos si no apreciamos lo que somos y lo que valemos. Además, debemos conocer y ser conscientes de nuestras potencialidades y de nuestras limitaciones; el hasta dónde podemos llegar y así ser realistas a la hora de establecer nuestras metas u objetivos. Este tipo de personas:
  • Tienen seguridad en sí mismos, son autoafirmativos y se aceptan incondicionalmente.
  • Saben comprender y manejar adecuadamente sus sentimientos y los de los demás.
  • Respetan a los demás y se respetan a sí mismos por encima de todo.
  • Ven y aceptan la realidad tal y como es.
  • Actúan y hablan en base a hechos concretos y objetivos.
  • Toman decisiones por voluntad propia.
  • Aceptan sus errores y sus aciertos siempre de forma constructiva.
  • Aceptan halagos y aprenden de las críticas.
  • Halagan y elogian pero también critican, siempre con respeto.
  • Están dispuestos a dirigir, pero también a ser dirigidos.
  • Piden lo que necesitan, dicen lo que piensan y expresan lo que sienten, con respeto.
  • Son cooperativas, buscan la fórmula del “tú ganas, yo gano”.
  • No manipulan ni se dejan manipular.
  • Hablan de sí mismossin vergüenza, ni “máscaras”.
  • Tienen la capacidad para estar en desacuerdo y expresarlo constructivamente.
  • Piden clarificación cuando no entienden algo.
  • Tienen la capacidad de negarse a aquello que no les gusta o no les apetece.
En cuanto a la conducta no verbal, podemos decir que son personas que practican la escucha activa, mantienen contacto ocular, se muestran corporalmente relajados, hablan de forma fluida, con un tono de voz sereno, respetan los turnos de palabra y el espacio interpersonal aunque a veces pueden recurrir al contacto físico.
Algunos autores definieron la asertividad como un rasgo de personalidad (entendiendo el rasgo como un atributo estable) y pensaron que algunas personas la poseían y otras no, exactamente igual que ocurre con la responsabilidad o la extraversión.
Yo, por contra, entiendo que la asertividad es una fracción importante de las habilidades sociales y que como tal podemos trabajarla, entrenarla y sobre todo potenciar al máximoel uso de respuestas asertivas en el mayor número de contextos sociales posibles, siempre en búsqueda de una integridad personal. Con esto, debemos tener en cuenta que el reflejo de esta autoafirmación adquiere especial relevancia y nos dota de una gran seguridad intrapersonal en el manejo de cualquier tipo de interacción social.
Ahora queda en vuestras manos entrenar vuestras habilidades asertivas y potenciar los recursos disponibles para ser “personas” o, si por el contrario estáis cómodos en el binomio de “monstruos” o “ratones” adelante con ello, yo, por mi parte, lo tengo claro.

Opt In Image
FUENTE: psicopedia 
















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jueves, 27 de febrero de 2014

LAS SABANAS DE LA VECINA


LAS SABANAS DE LA VECINA 

Qué sábanas tan sucias cuelga la vecina en el tendedero…! 
- Le comentó una mujer a su marido-. 
¡Quizás necesita un jabón nuevo… !
¡Ojala pudiera ayudarla a lavar las sábanas! 
El marido la miró sin decir palabra alguna. 
Cada dos o tres días, la mujer repetía su discurso, viendo a través de la ventana, como la vecina tendía su ropa recién lavada. 
Al mes, la mujer se sorprendió al ver a la vecina tendiendo las sábanas blancas, como nuevas, y dijo al marido: 
¡Mira, por fin ha aprendido a lavar la ropa! ¿Le enseñaría otra vecina? 
El marido le respondió: 
- No, hoy me levanté más temprano y lavé los vidrios de nuestra ventana… 

A veces criticamos algo que desconocemos, sin saber que quizás los que estamos mal somos nosotros. Todo esta en el color del cristal con que se mire...


Un beso
mariló
#marilolopezgarrido

COMPARTIR ES PARTIR CON



En el libro “El Bosque de la Sabiduría”, que escribí junto con mi querido amigo Francesc Miralles, narramos este viejo cuento que nos habla de tener en cuenta al otro, de compartir. Dice así:

Cuenta una antigua leyenda que un discípulo preguntó a su venerable maestro:
―¿Cuál es la diferencia entre el cielo y el infierno?
Y el maestro le respondió:
―Es muy pequeña y, sin embargo, tiene grandes consecuencias. Ven, te mostraré el infierno.
Entraron entonces en una habitación donde un grupo de personas estaba sentadas alrededor de un gran recipiente con arroz. Todos estaban hambrientos y desesperados. Cada uno sostenía una cuchara fijamente desde su extremo que llegaba hasta la olla, pero el mango era tan largo que no podían llevársela a la boca. La desesperación y el sufrimiento eran terribles.
―Ven ―dijo el maestro después de un rato―. Ahora voy a mostrarte el cielo.
Entraron en otra habitación, idéntica a la primera. Reconoció la olla de arroz, el grupo de gente, las mismas cucharas largas, pero allí todos estaban felices y alimentados.
―No comprendo ―comentó el discípulo―. ¿Por qué están tan felices aquí, mientras son desgraciados en la otra habitación, si todo es lo mismo?
―¿No te has dado cuenta? ―sonrió el maestro―. Como las cucharas tienen los mangos largos y no pueden llevarse la comida a su propia boca, aquí han aprendido a alimentarse unos a otros.

Y así es. Ningún ser humano es una isla. Todos, en mayor o menor medida, necesitamos esa mano del otro que nos reconoce y cuida. El vínculo, la calidad que seamos capaces de construir en el encuentro con el otro, define necesariamente la calidad de nuestra existencia. La respuesta a las miserias de esta existencia, su solución, está en nuestra mano mucho más de lo que imaginamos, como la cuchara del cuento.

Besos y abrazos,

Álex
FUENTE ALEX ROVIRA











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lunes, 24 de febrero de 2014

¿Qué hay al otro lado de la Muerte? (JL con Santiago Vázquez)















































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“Tenemos que hablar”

La convivencia provoca conflictos de pareja y en las discusiones se repiten errores comunes

Se debe rechazar la idea de que el otro quiere fastidiarnos y no perseguir efectos inmediatos


ILUSTRACIÓN DE JOÃO FAZENDA
“Pues claro que he hablado con Juan, ¡miles de veces!, pero seguimos fatal y ya no voy a hablar más, ¿para qué? Ya sé lo que me dirá, siempre es lo mismo”. Y es que las conversaciones de muchas parejas son como diálogos encapsulados, discos rayados, palabras enjauladas, frases siempre en la misma órbita, aguas estancadas. No se llega a ningún lado hablando mucho si siempre se circula por los mismos sitios.
Si diseccionamos las discusiones de pareja, podemos hallar errores comunes. Vamos a analizar cinco de los más frecuentes.
1. Querer convencer al otro. Nos sentimos atrapados en ese lugar que hemos edificado con nuestra pareja. Notamos asfixia. Así que le damos vueltas y vueltas para encontrar alguna salida. Sin dejar llevarnos demasiado por las emociones, hemos intentado analizar la situación con una mínima distancia y vemos más o menos claro lo que falla. Así que creemos que ha llegado el momento de hablar y le anunciamos: “¡Tenemos que hablar!”. Lo habitual es que estas palabras provoquen desasosiego. Él o ella no se alegran de oírlas porque suelen preludiar un enfrentamiento.

El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error mayor” (Confucio)
Nosotros lo único que queremos es explicarle cómo lo vemos y a las conclusiones que hemos llegado. ¡He aquí el primer error! ¿Qué ocurre cuando alguien nos expone todos sus argumentos y concluye en la mayoría de las ocasiones que nosotros debemos cambiar algo? Por muy suave que sea el tono que utilice, la primera reacción es defensiva. Los humanos somos así. Uno de los conceptos medulares de Freud fueron los mecanismos de defensa. Y el empleo de esta palabra no es en vano.
Vamos a darle la vuelta a la tortilla. En lugar de explicar al otro nuestras elaboradas cavilaciones para que comparta nuestro punto de vista y haga lo que le sugerimos, podemos intentar lo opuesto. ¿Cómo lo ve él o ella? ¿Qué piensa? Y, mejor aún, ¿cómo se siente? Si nota que real y sinceramente queremos entenderlo, su reacción no será defensiva, sino que se relajará. Pocas cosas producen más alivio que desahogarnos con alguien que nos entiende. Aquí radica el núcleo de la cuestión: tenemos que ser capaces, durante al menos un rato, de ponernos en la piel del otro. Nadie ha dicho que sea fácil, pero vale la pena.
2. Razonar lógicamente. “Dijiste que aprovecharías para tirar la basura cuando sacases a pasear al perro, pero no lo haces”. Lo bueno es que tiene razón, pero ¿cómo nos sentimos cuando otra persona nos dice una verdad como un templo? ¡Mal! Aunque en el fondo de nuestras circunvalaciones cerebrales veamos que lleva razón, no nos gusta que nos lo digan. Al no sentirnos cómodos, sino más bien irritados, salta el resorte que llevamos dentro y solemos esgrimir algún incumplimiento de nuestro interlocutor para defendernos.
Conclusión: la lógica no nos lleva siempre a buen puerto. Un ejemplo de frase que puede ser cierta, pero desastrosa, es: “Te lo dije”.

Al intentar arreglar la caótica de la convivencia, recurrimos a análisis lógicos y nos olvidamos de que somos humanos. Esto es, emocionales. Es más frecuente preguntar qué piensas que cómo te sientes. Nuestros acercamientos necesitan una envoltura sentimental, no lógica. Nuestros algoritmos lógicos, nuestros análisis objetivos, son claritos y más fáciles de manejar que la brumosa nube emocional, pero en esta nube está la cuestión.
3. Traer el pasado al presente. Pongamos que los asuntos a tratar con la pareja se pudieran medir en centímetros. Pues bien, un tema problemático de cuatro centímetros, después de una discusión de dos horas puede acabar midiendo dos kilómetros (200.000 centímetros). Parece magia, pero no lo es. Somos especialistas en provocar estiramientos. De hecho es fácil, solo basta ir sacando, como quien estira de un hilo, temas del pasado.
Debería existir una norma que limitara la discusión al asunto en concreto a tratar. Tendría que comportar tarjeta roja mencionar algo histórico. Si nos cuesta mucho seguir esta hipotética regla, si la encontramos demasiado estrecha, ya nos está indicando algo, y es que el supuesto asunto que ponemos sobre la mesa no es el importante, sino que existe otro mayor. En el trasfondo. Como cuando alguien acude al psicólogo por “problemas de estrés en el trabajo”, pero al final nos topamos con “una crisis existencial”.
4. Interpretar en negativo. Lo que marca una conversación no es lo que dice uno u otro, sino sobre todo cómo se interpreta. Frases totalmente neutras como “Hoy está lloviendo” pueden provocar un efecto debastador si, por ejemplo, se decodifican como “Me dice que llueve porque no quiere coger el coche para ir a casa de mi madre”.

Hablar más y mejor


ILUSTRACIÓN DE JOÃO FAZENDA
PELÍCULAS
‘Historia de lo nuestro’
Rob Reiner
‘El velo pintado’
John Curran
‘Le week-end’
Roger Michell
LIBROS
‘Corrígeme si me equivoco’
Giorgio Nardone (Herder. Barcelona, 2006)
En tan solo 101 páginas se concentran todos los errores que cometemos al hablar con nuestra pareja. El autor nos da pistas para poder corregirlos.
No son pocas las veces que, ante una discusión de pareja, nos exigen que tomemos partido, y eso es una trampa mortal. Sobonfu Some, maestra espiritual de la tribu africana de los dágara, cuenta que en su tribu se solucionan este tipo de conflictos colectivamente. A la pareja se la sitúa dentro de un círculo de cenizas. Lo primero es escuchar, y si alguien percibe que está juzgando o tomando partido, entra en el círculo. Nosotros también deberíamos entrar en un círculo de imparcialidad, bien cerrado. Si nos inclinamos hacia uno, ya no podemos ayudar.
Cuando somos espectadores de disputas ajenas es fácil darse cuenta de cómo uno o ambos están interpretando en negativo. En algunas ocasiones, esta distorsión alcanza tal magnitud que algunas personas llegan a pensar que el otro lo único que quiere es fastidiar. Si partimos de esta premisa, es absurdo el diálogo, nunca se logrará construir algo positivo.
5. Esperar efectos instantáneos.El escritor, economista y conferenciante Alex Rovira, cuando ensalza la virtud de la paciencia, utiliza un ejemplo de lo más aleccionador: el bambú japonés, no apto para impacientes. Tienes que plantar la semilla, regarlo y abonarlo, pero durante meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada en siete años. Al séptimo, la planta crece 30 metros. Ha necesitado tiempo para desarrollar un complejo sistema de raíces que le permitan sostener las altísimas cañas.
No se trata de esperar siete años a que se resuelvan nuestros problemas conyugales, pero tampoco de pretender solucionarlos en una conversación. La convivencia no es un artefacto mecánico del que hemos de detectar qué pieza falla y cambiarla utilizando nuestra querida lógica. Es más bien como ese bambú que hemos de ir cuidando con cariño y paciencia.

Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos” (Indira Gandhi)
Existe una buena forma de adivinar cómo va a acabar un diálogo entre dos personas: la actitud previa. Respecto al proceder del otro podemos hacer poca cosa, así que centrémonos en la nuestra. Imaginemos que antes de empezar a hablar, alguien nos instara a que abrazáramos de forma auténtica a nuestra pareja. Nos resistiríamos. Queremos hablar con el otro porque sentimos rabia, tristeza, descoloque, asfixia, miedo… no estamos para demostraciones afectivas. Si encima pensamos que la otra parte solo quiere fastidiarnos, ¿cómo vamos a mostrarle cariño? Y además, en el fondo sentimos que la conversación no va a servir para nada.
Vale, dejemos el abrazo a un lado, pero podemos buscar un talante más idóneo para empezar a conversar. Una actitud que nos recuerde el lazo afectivo, las situaciones ya superadas, que nos anime a ser optimistas. Como no existen establecimientos especializados para adquirirla, deberemos buscarla dentro de nosotros mismos; quizá nos ayude dar un paseo, ir a un museo, contemplar un fósil, o realizar cualquier otra actividad que nos guste.
Para que una pareja funcione, una buena comunicación es necesaria, pero no suficiente. Por muy buena que esta sea, puede que no haya un enriquecimiento mutuo. Un terapeuta de pareja conocido repite un mantra: “No arreglo parejas, arreglo personas”. No nos tiene que cegar querer seguir con alguien. Nuestro anhelo debe ser estar lo mejor posible juntos… o por separado P


FUENTE: EL PAIS









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¿QUIÉN TE QUIERE A TI? GUÍA PARA PADRES Y MADRES: CÓMO EDUCAR EN POSITIVO



¿QUIÉN TE QUIERE A TI? GUÍA PARA PADRES Y MADRES: CÓMO EDUCAR EN POSITIVO
(descarga gratuita)

Esta guía nos ayuda a promover la parentalidad positiva y el buen trato. La parentalidad positiva exige paciencia, dedicación y esfuerzo. Aquí nos ofrecen pautas y herramientas que pueden ayudar a los padres y las madres en su tarea más apasionante, la de educar a los hijos

https://www.dropbox.com/s/833d5t3a5cffqit/PGF%20Educar%20en%20positivo.pdf
















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Cómo mejorar la autoestima desarmando la autocrítica



La autoestima es esencial para el equilibrio psicológico y emocional. Está en la base de la salud mental y en consecuencia sus desequilibrios están presentes en una gran parte de las disfunciones psicológicas que, como terapeutas, vemos a diario en nuestras consultas.
El ser humano se diferencia del resto de las especies, entre otras cosas, por su capacidad para adquirir una conciencia de sí mismo, establecer su propia identidad, valorarla y posicionarse con respecto a ella: me gusto, no me gusto, me gusto en unos aspectos, no me gusto en otros. Parafraseando a Matthew McKayel problema de la autoestima está justo en esa capacidad del ser humano de autoenjuiciarse.
Siguiendo a este autor en su obra “Self-Esteem”, traducida como “Autoestima: Evaluación y mejora”, quiero hablar hoy de la base estratégica sobre la que gira el proceso de mejora de la autoestima que se describe en su manual: Detectar y desarmar a la crítica patológica.

Detectar a la crítica

El término crítica patológica fue acuñado por el psicólogo Eugene Sagan, refiriéndose a una voz interior que critica y mantiene la baja autoestima, una voz que sin necesidad de sustentarse en realidades interviene en cada una de las valoraciones que hacemos de la realidad que nos rodea.
Es esa voz que te recuerda lo mal que haces las cosas, lo poco que vales, lo poco que te esfuerzas, que te compara con los demás dejándote siempre en desventaja, que te marca objetivos inalcanzables y que te recuerda continuamente tus fracasos.
Ser capaz de detectar esta voz crítica para posteriormente desarmarla es fundamental para librarnos del malestar y el dolor que nuestras autovaloraciones negativas nos provocan. Y el primer paso para cazar esa voz crítica es oírla.
Es importante estar atentos a esa voz interior que nos asalta en cada una de lassituaciones problemáticas que nos hacen dudar de nosotros mismos: Encuentros con extraños o con personas que te atraen, situaciones en las que has cometido un error o en las que te sientes especialmente observado o criticado, interacciones con figuras de autoridad, etc…
Es de gran ayuda anotar de manera sistemática todas aquellas evaluaciones negativasque a lo largo del día realizamos sobre nosotros mismos. Para ello McKay propone hacer un registro de tres columnas: “Autoevaluación negativa”, “Me ayuda a sentir o hacer”, “Me ayuda a evitar la sensación”. De este modo, además de cazar a la crítica, podremos establecer qué consecuencias nos ayudan a mantenerla.
Ejemplo: Una chica piensa tras realizar un aparcamiento: “He aparcado como una idiota; mira qué ángulo hace el coche”. En la segunda columna podría registrar “Me ayuda a prestar más atención la próxima vez”; y en la tercera columna: “Me ayuda a evitar la sensación de culpa por aparcar de manera tan insegura”.

Desarmar a la crítica

Una vez identificada la crítica es momento de desarmarlaA medida que analizamos nuestros pensamientos críticos, determinando qué nos ayudan a sentir o a evitar sentir,empezaremos a ver una pauta en sus ataques. Una vez establecida esta pauta estamos preparados para enfrentar la crítica. Para McKay el desarme de la crítica consiste en tres pasos: 1) desenmascarar su propósito, 2) responderle, y 3) hacerla inútil.
1. Desenmascarar su propósito
Conocer con claridad la función que desempeña la crítica en tu vida psicológica es fundamental para desenmascararla y quitarle gran parte de su fuerza. Conocer su propósito hace mucho menos creíble cada una de sus afirmaciones. Algunos ejemplos de cómo la crítica suele tener un claro propósito para aturdirnos:
  • Me estás atacando para obligarme a cumplir las reglas conque me han educado.
  • Me estás comparando con todo el mundo, para que de vez en cuando encuentre a alguien superior a mí.
  • Me estás menospreciando como solían hacer mis padres y te creo porque les creía a ellos.
  • Me estás maltratando para que rinda cada vez más y quizá me sienta mejor conmigo mismo.
Una vez identificado el papel que juega la crítica, es mucho más fácil obviar sus planteamientos irracionales.
2. Responder a la crítica
Es el momento de empezar a refutar y rechazar cada una de las autoevaluaciones negativas que nuestra voz crítica se empeña en transmitirnos, y que generalmente sonarbitrarias y desordenadas.
Existen para ello diversas técnicas de base cognitiva cuyo objetivo final es la parada o detención del pensamiento negativo y su sustitución por pensamientos menos distorsionados y más ajustados a la realidad, normalmente mediante autoafirmaciones positivas. Es útil para este caso tener preparadas afirmaciones positivas para cada uno de los ataques esperados de la voz crítica.
3. Hacer inútil la crítica
Esta es sin duda la mejor forma de desarmar la crítica. Si conseguimos que esa voz deje de tener utilidad para nuestro bienestar psicológico, dejará de aparecer, por un simple mecanismo de extinción.
En el punto 1 nos esforzamos por conocer y entender el propósito de nuestra voz crítica, pero no es suficiente con ésto. Ahora es el momento de atender cada una de esas necesidades de un modo diferente y más adaptativo, es decir, de buscar alternativas sanas que nos ayuden a satisfacer esas mismas necesidades, que hasta ahora reforzaban y mantenían nuestra voz.

Ya sea que tu autoestima te haga pasar malos ratos, o simplemente como modo de mejorar tu bienestar psicológico, encontrarás que dedicar algunos esfuerzos a entenderla y mejorarla es un modo razonable de emplear tu tiempo.


FUENTE: psicopedia










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EL ETERNAMENTE ENCERRADO: SÍNDROME DEL HIKIKOMORI



¿Se pasa tu hijo la vida entre las cuatro paredes de su dormitorio alumbrado por el resplandor de la pantalla de su ordenador? ¿Le ha dado la espalda a la vida real? ¿Es alguien huidizo, reacio a conducirse por la vida de una manera normal? ¿No quiere nada ni parece sentir afecto por su familia ni por nadie? ¿Odia que lo observen y es incapaz de cruzar la mirada con una persona de carne y hueso? ¿Su menú se reduce a la pizza o la comida fría que le dejan en la puerta de su habitación? ¡Pues préstele mucha atención!, puede que esté gestando el síndrome de los Hikikomori o tenga ya en su casa a uno de ellos, ya que sus víctimas favoritas son jóvenes entre 15 y 25 años, hijos únicos o primogénitos, introvertidos, con baja autoestima y escasas habilidades para las relaciones sociales, sin ninguna patología psiquiátrica previa. Les separa de sus padres una enorme brecha cultural y disfrutan de una holgada posición económica que les permite tener una habitación propia y acceder a los últimos avances tecnológicos.

¿Qué es un Hikikomori?

El término Hikikomori fue acuñado por el Dr Tamaki Saito, en el año 2000 y significa apartarse, estar recluido. Se define como una forma voluntaria de aislamiento social o autoreclusión, debido a factores tanto personales como sociales y suele ser una decisión propia de jóvenes sensibles, tímidos, con pocos amigos, con mala relación familiar y con la percepción de que el mundo exterior les agrede. Su vida cursa en una habitación de la que no salen. Se refugian en su mundo infantil y virtual, que alimenta internet. Su vida gira en torno a los videojuegos, Play Station, Nintendo, Wii, etc. Todo lo hacen sin salir de casa, alterando incluso los ritmos diarios (duermen de día, comen por la tarde y se pasan la noche conectados a internet, jugando con videojuegos y viendo la televisión). Ese es su único refugio de vida, donde respiran lejos de la normalidad. Algunos atemorizan a sus padres y tienen comportamientos agresivos. Para otros, la tristeza, la obsesión, la ansiedad y la depresión se hacen gradualmente cada vez más presentes, y entre su propio mundo cerrado unos pocos pueden llegar hasta el suicidio. Todos ellos tienen en común un rechazo a la escuela, al trabajo y en general a la negación de asumir responsabilidades. Abandonan su higiene personal, su conexión con el exterior y su disposición a la palabra. Tienen una pasión por la cultura digital llevada al extremo, unida a un miedo por enfrentarse a una vida profesional basada en la competencia.

Con el paso del tiempo estos jóvenes van desarrollando un profundo sentimiento de infelicidad y desesperanza, van perdiendo sus amistades en el mundo real y se hacen más y más tímidos e inseguros.

Aunque el fenómeno tiene su origen en Japón, poco a poco (aunque con características diferentes según cada sociedad), se va extendiendo como una pandemia al resto del mundo. En España, este fenómeno se conoce con el nombre de “Síndrome de la puerta cerrada”, en el mundo anglosajón como “Social withdrawal” y en el mundo francoparlante como “Syndrome du retrait social aigu”. El primer caso de Hikikomori o síndrome del aislamiento descrito en Occidente fue el de un joven Español de Zaragoza que pasó casi un año recluido en su habitación.

Tipos de Hikikomori

El Pre-Hikikomori o junhikikomori, que sale de vez en cuando o asiste al colegio o universidad algunas veces, pero carece de toda relación social.

El Hikikomori social, que rechaza el estudio, el trabajo o la preparación laboral, pero mantiene relaciones sociales, llamado también NEET (norcurrently engaged in education, employment or training), que presenta numerosas características similares a la generación «ni-ni» en España (ni
trabaja ni estudia).

El Tachisukumi-gata, que presenta una fobia social muy marcada y se siente paralizado de miedo.

El Netogehaijin, literalmente «zombi del ordenador».

Pero el Hikikomori más habitual es el que no hace absolutamente nada y rechaza todo tipo de esfuerzo –algunas veces      hasta el más mínimo– para realizar las necesidades más básicas de la supervivencia,como comer o dormir (incluso se han descrito casos de enfermedad o muerte por inanición). Su familia sabe que sigue vivo porque devuelve vacía la bandeja de comida en la puerta, frontera infranqueable entre el Hikikomori y el mundo exterior. Esto significa que no sale      de la habitación para nada ni habla con nadie, no se asea ni se baña      nunca, no se corta el pelo ni se mueve lo más mínimo, y ello conlleva una pérdida irrecuperable no sólo de las habilidades sociales de comunicación      e interacción, sino también de la capacidad motora, lo que lo convierte en una especie de muerto en vida.

¿Por qué se aíslan?

¿Cómo es posible que una persona joven sea capaz de encerrarse durante años entre cuatro paredes y decidir que no quiere ninguna relación con el mundo?

Ante un fenómeno tan novedoso las causas son simplemente hipótesis. Hay quienes culpan a la tecnología afirmando que los adolescentes viven en un mundo caracterizado por Internet, los videojuegos, los móviles y es algo que les hace perder el contacto con la realidad. Los adolescentes han dejado de jugar en la calle y en el campo, que eran los ámbitos naturales donde se forjaban sus relaciones sociales; el consumo de televisión se acrecienta entre la población adolescente; internet, las videoconsolas y, en general, todos aquellos divertimentos que sustituyen la interacción humana por las máquinas se han convertido en el nuevo entretenimiento.

Hay quienes afirman que el fenómeno se debe a una sociedad enferma caracterizada por la competitividad social y relaciones familiares demasiado rígidas.

Sin embargo, buscar una única causa para un fenómeno social como este sería un error, ya que está multideterminado no solo por las peculiaridades de la sociedad y sus productos tecnológicos, sino también por las formas de relacionarnos y ser en el mundo y por las características de personalidad, siendo las razones que llevan a tomar la decisión de encerrarse en una habitación para perder el contacto con la realidad y autorrecluirse, muy diversas.

El hecho de aislarse no es algo que suceda de la noche a la mañana, sino un proceso gradual que comienza cuando empiezan a recluirse en su habitación cada vez por más tiempo, como absorbidos por internet, dejan de llamar y quedar con sus escasos amigos y empiezan a descuidar sus estudios. Es aquí donde comienza esta especie de suicidio social. Pero los síntomas que van anunciando el aislamiento definitivo son:


  • El rechazo a asistir al colegio, que puede deberse, entre otras muchas razones, al acoso escolar.
  • Desengaño amoroso.
  • Fracaso o bajo rendimiento escolar.
  • Escasas habilidades para las relaciones sociales.
  • Incapacidad para gestionar las relaciones de grupo.
  • Presión de una sociedad extremadamente competitiva.
  • Pérdida de autoestima y confianza en sí mismos.
  • Dependencia de las relaciones familiares. La perspectiva de dejar la casa se convierte en algo aterrador.
  • Presión familiar para que cumplan con su papel en la sociedad (estudiar, buscar trabajo) y para que cumplan las expectativas o los planes que sus padres tienen para ellos (que estudien la carrera que ellos quieran, por ejemplo).
  • El horario laboral de los padres, que impide cualquier normal comunicación con sus hijos.
  • La creciente competitividad escolar y social en general, provocada por el hecho, hasta cierto punto lógico, de que los padres pretendan que sus hijos prosperen más que ellos y alcancen un mejor nivel de vida.
  • El exceso de actividades extraescolares.
  • La saturación material.
  • El hiperconsumismo, la hiperinformación e hipercomunicación,
  • La escasa o nula tolerancia a las frustraciones, etc.

El papel de los padres

¿Cómo es posible que no se hayan previsto las consecuencias y se haya prolongado tanto tiempo una situación tan insostenible, y por qué no se ha atajado el problema de alguna forma? ¿Por qué no reaccionan los padres?

La respuesta es extremadamentecompleja, ya que se trata de un proceso muy lento, difícil yoculto.

La mayoría de los Hikikomori suelen encerrarse durante 1-5 años, pero hay casos en los que puede durar hasta 10 años o casi dos décadas y es aquí donde radica la extrema gravedad del problema: los adolescentes y jóvenes que se aislaron hace casi dos décadas son ahora treintañeros o casi cuarentañeros y han tirado por la borda los mejores años de su vida, justo cuando debían estar preparándose para el futuro. Para bien o para mal su habitación se ha convertido en el escenario donde han construido su identidad personal y social, el lugar físico y virtual desde el cual le cierran la puerta al mundo.

Una vez encerrados suelen pasar muchos años antes de que los padres recurran a pedir ayuda y esta pasividad suele contribuir a mantener el problema, ya que éstos:

Normalmente, esperan que se resuelva solo.

Suelen creer que es una rareza propia de la edad, pero con el tiempo muchos de estos jóvenes se convierten en dependientes, exigentes y tiranos con sus padres, se muestran violentos o amenazan con suicidarse si les sacan de su encierro, motivo por el cual tardan mucho en solicitar ayuda sanitaria, y cuando lo hacen, los Hikikomori suelen rechazar esta ayuda.

No se atreven a afrontar la situación.

En algunas ocasiones incluso se llega a crear escenarios de malsana dependencia entre la madre y el hijo.

Reconocer la existencia de un Hikikomori supone un motivo de vergüenza social, un fracaso del papel educativo, especialmente de la madre, que se ve desbordada por la situación.

Los padres suelen pensar que se debe esperar hasta que voluntariamente se reincorpore a la sociedad, esperan el desenlace de forma pasiva ante lo que creen una situación transitoria, como una fase que el adolescente tiene que superar.

Los estilos educativos de la familia son sobreprotectores en exceso y siempre desean mantener los hijos dentro de casa. De esta forma, el Hikikomori es una problemática que se da fundamentalmente entre los chicos de clase media-alta ya que son sus progenitores quienes pueden permitirse mantener un hijo en casa sin estudiar o trabajar.

Estas razones favorecen que los padres dejen pasar unos años, con la esperanza de que el problema se solucione por sí solo, hasta que se deciden finalmente a intervenir, normalmente con la ayuda de un especialista. Por esto no se fuerza, o se tarda mucho en hacerlo, de forma drástica al Hikikomori para que vuelva a integrarse en la sociedad.

¿Cuáles son las posibles causas del Hikikomori para mantenerse en esta situación?

Abandono del colegio y el consecuente sentimiento de culpabilidad, aumentando así la presión familiar.

Miedo gradual a salir y a conocer gente, renunciando poco a poco a todo tipo de comunicación con sus amigos y, eventualmente, sus padres.

Rebeldía juvenil de una manera diversa, introyectando las emociones.

Emociones negativas que implican el deseo de querer y no poder salir de la situación, rabia hacia la sociedad, tristeza por estar en esta condición, temor sobre lo que puede pasar en el futuro y envidia a las personas que llevan una vida normal.

Entre ellos establecen dinámicas de apoyo para seguir encerrados en su habitación, forman comunidades virtuales y si alguno está pensando en dejarlo, se apoyan para seguir siendo Hikikomori. A veces están orgullosos de serlo, están a gusto en ese mundo, otras veces lo detestan.





¿Existe un tratamiento para el Hikikomori?

La reinserción de estos chicos no es nada fácil, ya que todo el mundo se limita a respetar el aislamiento y a esperar que el afectado tome por sí solo la decisión de volver a integrarse en la sociedad, sin ofrecerles otra alternativa o intervenir de cualquier forma. Sin embargo, con una intervención adecuada cualquier chico con un problema así puede reintegrarse en la sociedad y normalizarse.

Las pautas de tratamiento de una adicción a las nuevas tecnologías suelen consistir en la retirada del material electrónico, como el ordenador, el móvil, la consola, etc. Ello, en ocasiones, provoca conflictos de los menores con sus familias, porque la mayoría se niega, o bien los propios padres no están de acuerdo con estas medidas, especialmente en los casos de padres separados.

Existe una serie de terapias diversas que afrontan este fenómeno. A pesar de la diversidad que presentan las mismas es posible hablar de dos grandes aproximaciones:

El acercamiento médico-psiquiátrico donde se trata la problemática como un desorden mental o comportamental que demanda la recuperación en hospital, sesiones de psicoterapia y asunción de psicofármacos. Su enfoque es empezar con "reorganizar" la relación del paciente con sus padres, armar a madres y padres desesperados con estrategias para reiniciar la comunicación con sus hijos. Cuando el paciente está lo suficientemente bien como para acudir a la clínica en persona, se le trata con fármacos y terapia.

El acercamiento social donde se comprende el fenómeno como un problema eminentemente social y se aleja al joven de la casa, logrando métodos de comunicación, alojándolo en una comunidad con otros chicos que tienen su misma problemática para fomentar la convivencia y el intercambio, reaprender habilidades sociales y comunicativas y ofrecerles actividades atractivas para que puedan ser compartidas. De esta forma se les motiva a reinsertarse socialmente. Los grupos de autoayuda se han convertido en una forma clave para atraer a un Hikikomori a la sociedad.

Lo que hace diez años era una anécdota, ahora es una realidad y en países como Japón, un problema. En España, todavía no es un problema sanitario, pero sí puede serlo en un futuro no muy lejano.

Si no se fomenta el uso responsable de las nuevas tecnologías y se conciencia a los padres, aumentarán los casos de este tipo en los próximos años, ya que todo el mundo tiene al alcance de su mano un portátil o un móvil con conexión a Internet. En todo caso, si usted tiene hijos jóvenes, o usted mismo es uno de ellos, mucho ojo con la “puerta cerrada”, cualquiera sabe lo que puede pasar dentro.


Autora: María Teresa Vallejo Laso

Referencias Bibliográficas
Gallego Andrada, E. El Hikikomori y el Sotokomori: El fenómeno de la deserción social en las jóvenes generaciones japonesas.Gallego Andrada, E. El escritor en su torre de marfil. Japón y España: Tumbados e Hikikomori.Fernando Blando, M. El estilo adictivo de las civilizaciones actuales.Buendía, M. Al fondo de la caverna: las sombras de los Hikikomori.