miércoles, 31 de octubre de 2012

Qué es el Chantaje Emocional, y 6 síntomas




Siempre se necesitan dos para el chantaje.

Exploraremos la psiquis de un chantajista. No todos tienen el mismo estilo o los mismos rasgos caracterológicos: algunos son pasivos; otros, bastante agresivos; algunos son directos y otros sumamente sutiles; algunos nos dicen con mucha claridad cuáles serán las consecuencias si los contrariamos, y otros, por fin, enfatizan cuánto los estamos haciendo sufrir.

Pero más allá de cuán diferentes puedan aparecer a primera vista, todos ellos tienen grandes rasgos en común, características que alimentan su conducta manipuladora. Veremos cómo estos chantajistas utilizan el miedo, la obligación y la culpa, además de otras armas, y comprenderemos qué los impulsa a actuar de la manera en que lo hacen.

El miedo - el miedo a las pérdidas, el temor al cambio y al rechazo, el miedo a la pérdida del poder- es el terreno común en que se mueven todas las personas que se convierten en chantajistas. En algunos casos, esos miedos radican en una larga historia de sentimientos de angustia e ineptitud. En otros, podrán ser la respuesta a incertidumbres y estrés más recientes, que han socavado su autoestima y sus sentimientos de competencia y seguridad. El potencial para convertirse en chantajista aumenta en forma súbita a medida que los miedos se acumulan en la vida de esa persona. Verán con cuanta facilidad ciertos hechos desencadenantes, como el rechazo sentimental por parte de otra persona, la pérdida de un trabajo, un divorcio, el retiro de la vida laboral o una enfermedad pueden convertir en chantajista a alguien de nuestro entorno inmediato.

El precio que pagamos cuando cedemos reiteradamente al chantaje emocional es enorme. Los comentarios y actitudes del chantajista nos hacen sentir desequilibrados, avergonzados y culpables. Sabemos que tenemos que modificar la situación y, reiteradamente, nos prometemos que lo haremos, sólo para encontrarnos, una y otra vez, burlados y manipulados, como que hemos caído de nuevo en una emboscada.

Comenzamos a dudar de nuestra capacidad de mantener las promesas que nos hacemos y perdemos la confianza en nuestra eficiencia. Nuestra autoestima se va erosionando. Y lo peor de todo es , quizás, que cada vez que nos rendimos al chantaje emocional, perdemos contacto con nuestra propia integridad, esa brújula interior que nos ayuda a determinar cuáles deberían ser nuestros valores y nuestra conducta. A pesar de que el chantaje emocional no es un abuso psicofísico violento, no hay que caer en la tentación de suponer que el precio que se paga no es muy elevado. Cuando convivimos con él, el chantaje emocional nos carcome y se expande hasta dañar en lo más hondo nuestras relaciones más importantes y nuestra propia autoestima.

Sin nuestro consentimiento, el chantajista se vuelve totalmente impotente.


Para que el comportamiento de alguien pueda ser calificado de "chantaje emocional" , deberá tener ciertos componentes. Podemos hacer ese diagnóstico de la misma manera que un médico determinaría que una persona tiene algún malestar físico: analizando los límites.

LOS SEIS SÍNTOMAS DEL CHANTAJE EMOCIONAL


1. Exigencia: Jim quiere algo de Elena. Sugiere que, dado que la relación entre ambos es tan estrecha y que comparten gran parte del día, lo más lógico sería irse a vivir juntos. "Prácticamente ya estoy viviendo en tu casa- le dice Jim a Elena-. Lo único que nos falta es oficializar esta situación". Agrega que, dado que el departamento de Elena es muy amplio y que, de todos modos, la mitad de sus pertenencias ya están allí, la transición sería muy simple.
Hay ocasiones en que los chantajistas no expresan con tanta claridad o que quieren, sino que tratan de que el otro lo adivine. Jim, por ejemplo, habría podido plantear su deseo en forma indirecta: mostrarse resentido en ocasión del casamiento de un amigo y decir, después de haberle preguntado a Elena, con insistencia, qué le pasaba: "Quisiera poder compartir más tiempo contigo; a veces me siento tan sólo...", para agregar, finalmente, que le gustaría irse a vivir con ella.
A primera vista, la sugerencia de Jim parece nacida de un profundo amor y no tiene las connotaciones de una demanda. Pero pronto resulta evidente que está decidido a obtener lo que quiere y que no piensa discutir el tema o cambiar de idea.

2. Resistencia: A Elena, la idea de que Jim se mude a su casa la molesta, y expresa ese sentimiento diciéndole que no está preparada para ese cambio fundamental en la relación. Lo quiere mucho, pero, por ahora, quisiera que él tuviese su propia vivienda.
Si Elena fuera una persona menos franca y directa, su oposición podría llegar a expresarse de otra manera. Quizás se distanciara de Jim, mostrándose menos afectuosa, o diciéndole que ha decidido pintar su departamento y que él tendrá que llevarse sus cosas hasta que haya terminado con los trabajos. Por el contrario, expresa su resistencia sin ambigüedades y el mensaje queda clara. La respuesta es "no".

3. Presión: Cuando Jim se da cuenta de que Elena no reacciona como él quiere, no hace el menor esfuerzo por entender los sentimientos de ella sino que, por el contrario, la presiona para que cambie de idea. Aal principio actúa como si estuviera dispuesto a discutir el tema, pero esa discusión se convierte en un monólogo que tiene el tono de un sermón. Transforma la afirmación de Elena en una exposición de fallas de ella y plantea sus propios deseos y exigencias como algo sumamente positivo. "Solo quiero lo mejor para los dos. Quiero darte más cosas. Cuando dos personas se aman, deberían desear compartir su vida cotidiana. ¿O es que no quieres compartir tu vida conmigo? Si no fueras tan egocéntrica, podrías abrirte más a las cosas buenas de la vida".
De inmediato pasa a una actitud más seductora y pregunta: "¡Es que ya no me amas lo suficiente como para tenerme siempre a tu lado?. Otro chantajista podría incrementar la presión insistiendo con vehemencia en que, al vivir juntos, el vínculo entre ambos se estrechará y la relación mejorará aún. Sea cual fuere el estilo utilizado, la presión termina por aparecer, por más que se la disfrace con expresiones benévolas tales como, por ejemplo, las de Jim al manifestar cuánto le duele la renuencia de Elena.

4. Amenazas: Al ver que sus deseos chocan contra una pared, Jim hace saber a Elena que, si ella no cede a su pedido, sufrirá las consecuencias de su negativa. El chantajista puede amenazar con causar dolor o desdicha. Podrá decirnos cuánto lo estamos haciendo sufrir. Podrá tratar de conquistarnos con promesas relativas a todo lo que nos dará o cuánto nos amará si hacemos lo que nos pide. Jim presiona a Elena con amenazas veladas: "Si no eres capaz de asumir este tipo de compromiso, después de todo lo que compartimos y significamos el uno para el otro, quizás sea mejor que empecemos a tratar de conocer a ora gente". No amenaza directamente con romper la relación, pero a Elena le resulta imposible ignorar lo que sus palabras implican.

5.Obediencia:
 Elena no quiere perder a Jim y se dice a sí misma que tal vez sea un error de su parte decirle que no quiere que vaya a vivir con ella, a pesar de que la idea de una convivencia le sigue resultando incómoda. Ha analizado sus reparos de disuadirla. Algunos meses más tarde, Elena depone su resistencia y Jim se muda a su casa.

6. Reiteración: Al triunfo de Jim sigue un período de paz y serenidad. Ahora que ha conseguido lo que quería, aflija la presión y la relación parece estabilizarse. Elena sigue incómoda con la situación generada, pero también siente una gran alivio al haberse librado de la presión y recuperado el amor y la aprobación de Jim. Éste, por su parte, ha comprobado que presionar a Elena y hacer que ella se sienta culpable es una receta infalible para obtener lo que se le ocurra. Y Elena se ha dado cuenta de que la forma más rápida de cortar con la tácticas de presión de Jim es ceder a sus deseos. De esta manera, ha quedado establecida la base para un esquema reiterativo de exigencias, presiones y capitulaciones.

Estas seis características constituyen el núcleo del síndrome del chantaje emocional.

UNA MALA PALABRA QUE EMPIEZA CON "M": MIEDO


El chantajista emocional construye su estrategia consciente e inconscientemente en base a la información que nosotros le suministramos acerca de lo que nos causa miedo. Observan de qué cosas huimos y qué cosas nos ponen nerviosos, se fijan en cómo reaccionamos físicamente en respuesta a las cosas que sentimos. No es que tomen nota activamente y registren la información para utilizarla luego en contra de nosotros; todos absorbemos ese tipo de conocimientos sobre las personas que nos rodean. En el chantaje emocional. El miedo transforma también al chantajista . De una manera simple, podemos decir que el miedo que siente el chantajista emocional de no obtener lo que desea se vuelve tan intenso, que lo único que atina a hacer es centrar su atención en el resultado deseado, lo cual le imposibilita apartar su mirada del objetivo y percibir de qué manera su forma de actuar nos afecta a nosotros.
En esta instancia, toda la información que han recogido sobre nosotros en el transcurso de la relación se convierte en su herramienta para cerrar un trato alimentado por el miedo de las dos partes involucradas, La condiciones que nos ponen están hechas a medida para nosotros: si haces lo que te pido, yo no:

· Te abandonaré.
· Te censuraré.
· Dejaré de amarte.
· Te gritaré.
· Te haré sufrir.
· Me opondré a tu voluntad.
· Te despediré.

Lo único que importa son ellos mismos:

Todos los chantajistas que hemos visto focalizan su atención casi por completo en sus propias necesidades y la forma en que sus presiones nos afectan a nosotros no les importan en lo más mínimo.

Las características que nos hacen vulnerables al chantaje emocional:

· Una excesiva necesidad de aprobación.
· Un profundo miedo al enojo y la ira de quines nos rodean.
· Una gran necesidad de paz, sea cual fuere su precio.
· Una tendencia a asumir demasiada responsabilidad por la vida de los demás.
· Un alto nivel de inseguridad con respecto a nuestro valor y capacidad

¿Quién entrena al chantajista emocional?

Cuando usted es presionado por un chantajista:

· Se disculpa
· "razona"
· discute
· llora
· suplica
· cambia o cancela planes y citas importantes
· cede, en la esperanza de que sea la última vez
· se rinde

A usted le resulta difícil o imposible:

· defender su posición o sus propias necesidades
· enfrentar lo que le está sucediendo
· poner límites
· hacerle saber al chantajista que su conducta es inaceptable

Si contestó afirmativamente a cualquiera de estas preguntas, usted está actuando como entrenador y es protagonista en el drama del chantaje emocional.

Fuente:  inteligencia-emocional.org

La crisis económica abre la puerta de las consultas psiquiátricas


(Ilustración: Raúl Arias
Lleva dos años instalada en la vida de los ciudadanos y, sobre todo, en sus conversaciones y en sus mentes. La crisis económica no da tregua a los españoles y sus efectos sobre la salud empiezan a pasar factura. Ansiedad, insomnio, estrés o sensación de desamparo son síntomas que están sufriendo en carne propia tanto empresarios como empleados. El primer estudio realizado sobre la influencia de esta situación en un hospital, en concreto en el Hospital La Paz de Madrid, no deja lugar a dudas. Entre junio de 2007 y diciembre de 2009 se registró un incremento de un 50% de enfermos en las urgencias psiquiátricas. Un futuro desalentador ante sus ojos no les deja levantar cabeza.
Según los resultados de este trabajo, en el que participaron 6.000 pacientes y que se presentaron en el VII Seminario Lundbeck sobre ansiedad y depresión en Ibiza, las visitas a urgencias por intentos suicidas ascendieron un 22% en plena crisis, un 14% subieron las consultas por ansiedad y un 6% las motivadas por el abuso de drogas y alcohol.
"En el último año hemos notado un cambio en el perfil del paciente. Ahora es mucho más común que acudan a consulta autónomos y pequeños empresarios, que están sufriendo emocionalmente los problemas laborales suyos y de sus trabajadores. Estamos dando más bajas por estrés", confirma a ELMUNDO.es Jesús de la Gándara, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital de Burgos, que también reconoce que "el número de varones con problemas se ha incrementado".
Este experto indica que son "los empleadores, más que los empleados, quienes están padeciendo los problemas mentales más graves, porque se quedan sin trabajo pero, además, tienen que despedir a otros y saben que tienen en sus manos el futuro de muchas familias, lo que conlleva una implicación emocional muy fuerte y mucho estrés". A esta situación estresante se añade un horizonte incierto, unas perspectivas de futuro nada halagüeñas, lo que produce "ansiedad, insomnio, pánico y otras sensaciones que pueden derivar en depresión", dice Gándara.
"Aunque los síntomas aparecen a corto plazo, en cuanto surgen los primeros inconvenientes en el trabajo, lo cierto es que los afectados tardan tiempo en consultar al especialista. Hasta que no han pasado seis u ocho meses no acuden a consulta. Y, la solución no es rápida. Hay que trabajar con los aspectos cognitivos de la persona, saber cómo ve su vida y su futuro, etc, y no es fácil salir del pozo de incertidumbre en el que se encuentran", explica el psiquiatra. "Es muy posible que el estrés agudo que presentan se convierta en crónico, entendiendo por tal aquel que dura más de seis meses. Esto se debe a que depende de factores no controlables, como la economía y el mercado laboral, y también va asociado a una pérdida de autoestima, porque la persona piensa que no sirve para nada, ha perdido estatus social, etc. Por eso la recuperación lleva tiempo", aclara.
Se estima que en España seis millones de personas sufren depresión -entre un 10% y un 15% de la población- aunque la mitad está sin diagnosticar. Este trastorno constituye la segunda causa de baja laboral, lo que supone un gasto de 23.000 millones de euros anuales. Enric Álvarez, director del Servicio de Psiquiatría del Hospital Santa Creu i Sant Pau, explica, en declaraciones recogidas por la agencia Efe, que "la prevalencia de casos de depresión diagnosticados no aumentará con la crisis, pero sí lo están haciendo, y mucho, las consultas por lo que podría llamarse coloquialmente una 'depre coyuntural'".
"Lo que se agudiza es el revestimiento de las consultas, porque los pacientes están peor y las patologías asociadas a su estado depresivo se agravan. Es la música lo que ha variado, más que la letra", esgrime Álvarez.

¿Más pastillas?

Sin embargo, lo que parece que no ha subido en España ha sido el consumo de antidepresivos, tal y como reflejan los datos proporcionados a este medio por algunas farmacéuticas, como Lilly, fabricante del famoso Prozac (fluoxetina). Aquí, las ventas de estos productos han permanecido estables e, incluso, han disminuido un poco. Una situación que dista mucho de la que se vive en el Reino Unido. Según un informe del Sistema Nacional de Salud (NHS, sus siglas en inglés), el número de antidepresivos prescritos por la Sanidad británica se ha duplicado en la última década y el mayor aumento se ha experimentado en los últimos dos años.
Según publica el diario 'The Guardian', el servicio de salud hizo 39,1 millones de prescripciones de fármacos para tratar la depresión en 2009, frente a los 20 millones de 1999. La cifra supone tres millones más de recetas de las que se hicieron en 2008. "Esto puede deberse a la mejora de las herramientas diagnósticas, pero también, claro está, a la crisis", reconoce Steve Field, jefe del Royal College of General Practicioners (la asociación inglesa de médicos de familia).
Estos datos tienen dos interpretaciones para los psiquiatras. Una, la positiva, es que puede indicar que más personas están siendo diagnosticadas y tratadas de sus problemas mentales. La otra, la negativa, es que quizás haya personas que están tomando pastillas sin necesitarlo realmente. "En España sí que han aumentado las visitas psiquiátricas, pero no la prescripción de medicamentos", reconoce Gándara.
Sea como sea, lo que sí ha puesto de relieve esta crisis es que "hay una escasa tolerancia al sufrimiento normal de la vida, una visión del mundo donde se persiguen soluciones rápidas que no requieran esfuerzo por parte de la persona. El momento actual es difícil y pondrá a prueba la resistencia de los españoles", aseguró durante el seminario Javier García Campayo, psiquiatra del Hospital Miguel Servet


FUENTE: ELMUNDO.ES











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lunes, 29 de octubre de 2012

Para Todos La 2 - Entrevista: Sara Dobarro


El miedo, el ridículo o el pánico, por falta de confianza, pueden ser elementos muy peligrosos en la era de la comunicación. Aprender a decir lo que uno piensa o siente, y evitar el bloqueo es lo que nos propone Sara Dobarro, escritora y profesora en la Escuela Superior de Marketing de Zaragoza, presenta su método "Más sobre ti", un libro que contiene diez casos completamente diferentes pero con un nexo común.






















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Dejar de querer para empezar a amar


Todos los seres humanos desean ser queridos. Pero ¿cuántos aman realmente? El verdadero amor actúa como un alquimista: convierte la ambición en altruismo y transforma el sufrimiento en felicidad.
Dejar de fumar. Estudiar inglés. Perder peso. Ir al gimnasio. Éstas son algunas de las promesas más comunes. Y dado lo difícil que nos parece cambiar de hábitos, damos por hecho que lo más importante es intentarlo. A malas, siempre podemos repetir el año que viene.
En paralelo, un nuevo propósito está emergiendo en el corazón de más seres humanos. Se trata de una promesa bastante menos concreta y mucho más intangible. A diferencia de otras, no suele pronunciarse, pues consiste en una práctica pacífica y silenciosa. Es el mayor de los compromisos que podemos hacer con nosotros mismos, y cumplirlo no requiere consejos ni estudios. Está por encima de cualquier otra meta. Ahora mismo, al menos una persona acaba de proponerse aprender a amar.
EL AMOR ES EL CAMINO
"Cuando el sabio señala la Luna, el necio mira el dedo" (proverbio chino)
Que hemos venido a este mundo a aprender a amar es una verdad ancestral. Se descubrió antes de que comenzara la historia de la filosofía. Zoroastro (630-550 antes de Cristo), Mahavira (599-527 antes de Cristo), Lao Tsé (570-490 antes de Cristo), Buda (560-480 antes de Cristo), Confucio (551-479 antes de Cristo), Sócrates (470-399 antes de Cristo), Jesucristo (1-33)... Todos los grandes sabios de la humanidad, cuyas enseñanzas dieron origen a las instituciones religiosas que conocemos hoy en día, dijeron esencialmente lo mismo: "Amar a los demás es el camino que lleva a los seres humanos a la felicidad".
Aunque muchos otros han seguido predicando con su ejemplo sobre el poder transformador del amor, pasan los años, las décadas y los siglos, y la gran mayoría de seres humanos seguimos sin saber amar. Aprender eso no entra en los planes de nuestro proceso de condicionamiento familiar, social, cultural, religioso, laboral, político y económico.
Como estudiantes nos hacen memorizar lo inimaginable. Luego nos preparan para ser profesionales productivos. Pero se olvidan de lo más básico. Así es como entramos en el mundo: sin saber gestionar nuestra vida emocional. Y si bien el éxito no es la base de la felicidad, ésta sí es la base de cualquier éxito. Por el contrario, desde pequeños nos hacen creer que el mundo está lleno de gente malvada. Que no hay que confiar en los desconocidos. Que lo importante es ocuparse de uno mismo e ir tirando. Así, el miedo, la frustración y el resentimiento van pasándose de generación en generación, creando una cultura basada en la desconfianza, la resignación y la insatisfacción.
MÁS ALLÁ DEL CONDICIONAMIENTO
"No es signo de salud el estar bien adaptado a una sociedad enferma" (Jiddu Krishnamurti)
La perversión de la naturaleza humana ha llegado hasta tal punto que a lo largo de este proceso de condicionamiento también escuchamos que la bondad es sinónimo de estupidez, pues uno siempre termina por arrepentirse de sus buenas acciones. Y que amarse a uno mismo es una conducta egoísta, propia de un narcisista. De ahí que hablar acerca del amor al prójimo suene ridículo.
Sean ciertas o no, todas estas creencias moldean nuestra percepción del mundo e influyen en nuestra forma de relacionarnos con los demás y con nosotros mismos. Y no se trata de culpar a nadie, sino de responsabilizarnos de nuestro proceso de cambio y crecimiento. Lo que está en juego es nuestra libertad para decidir quiénes podemos ser. Y aquí no hay maestros, sólo espejos donde vernos reflejados. En última instancia, dejar de existir como orugas y empezar a vivir como mariposas es una transformación que sólo depende de cada uno.
El reto consiste en cuestionar nuestras creencias, por más que atenten contra el núcleo de nuestra identidad. De ahí que este aprendizaje surja como una iniciativa personal, un compromiso a largo plazo en el que la conquista del verdadero amor se convierte en el camino y la meta. Y no se trata de una moda pasajera. El autoconocimiento y el desarrollo personal son procesos cada vez más aceptados por la sociedad. Al haber tanta oferta y tratándose de un asunto tan íntimo y delicado, su utilidad dependerá de lo bien que sepamos elegir.
LOS ENEMIGOS DEL AMOR
"El amor es la ausencia de egoísmo" (Erich Fromm)
Según las leyes de la evolución, todo empieza con el conocimiento (información veraz). Luego viene la comprensión (experiencia personal). Sólo así es posible aceptar (dejar de reaccionar negativamente frente a lo que sucede) para poder finalmente amar (dar lo mejor de nosotros en cada momento). Por el camino hemos de vencer a nuestro mayor enemigo: nosotros mismos (nuestro mecanismo de supervivencia emocional, más conocido como ego). Para lograrlo es necesario ser sinceros (no autoengañarnos), humildes (reconocer nuestros errores), valientes (atrevernos a enmendarlos) y perseverantes (comprometernos con nuestro proceso de aprendizaje).
El miedo (a que nos hagan daño), el apego (de perder lo que tenemos) y la ira (de no conseguir lo que deseamos) nos esperan a la vuelta de la esquina. Un poco más lejos se esconde nuestra ignorancia (el desconocimiento de nuestra verdadera naturaleza), la causa última de nuestro egoísmo (tendencia antinatural que corrompe la actitud de los seres humanos), que es precisamente el que nos impide amar, que es nuestra esencia.
Igual que no tenemos que hacer nada para ver, no tenemos que hacer nada para amar. Tanto la vista como el amor son atributos naturales e inherentes a la condición humana. Nuestro esfuerzo consciente debe centrarse en eliminar todas las obstrucciones que nublan y distorsionan nuestra manera de pensar, sentir y ser, como el estrés, la negatividad, el victimismo, el odio, la desconfianza, la vanidad, la envidia, la arrogancia, la preocupación, la intolerancia, la cobardía, la avaricia, la indolencia, el orgullo, la impaciencia, la culpa, la tristeza...
DIFERENCIA ENTRE QUERER Y AMAR
"El amor es lo único que crece cuando se reparte" (Antoine de Saint-Exupèry)
Todos los vicios de la mente son fruto de interpretar de forma egocéntrica la realidad, una actitud impulsiva e inconsciente que nos impide aceptar lo que sucede tal como viene y a los demás tal como son. Ésta es la causa real de todo nuestro sufrimiento, que además nos encierra en un círculo vicioso muy peligroso. Para poder amar, primero hemos de albergar amor en nuestro corazón.
En este caso, el problema es en sí mismo la solución. Y lo primero que debemos saber es qué es el amor. No al que estamos tan acostumbrados, sino al de verdad. Porque una cosa es querer, y otra muy distinta, amar. Querer es un acto egoísta; es desear algo que nos interesa, un medio para lograr un fin. Amar, en cambio, es un acto altruista, pues consiste en dar, siendo un fin en sí mismo. Queremos cuando sentimos una carencia. Amamos cuando experimentamos plenitud. Mientras querer es una actitud inconsciente, relacionada con lo que está fuera de nuestro alcance, amar surge como consecuencia de un esfuerzo consciente, que nos hace centrarnos en lo que sí depende de nosotros.
Cuando uno ama no culpa, ni juzga, ni critica, ni se lamenta. Los que aman intentan dejar un poso de alegría, paz y buen humor en cada interacción con los demás, por muy breve que sea. Amar también es aceptar y apoyar a las personas más conflictivas, porque son precisamente las que más lo necesitan. Amar de verdad es sinónimo de profunda sabiduría, pues implica comprender que no existe la maldad, tan sólo ignorancia e inconsciencia. La paradoja es que el amor beneficia primeramente al que ama, no al amado. Así, el amor sana y revitaliza la mente y el corazón de quien lo genera. Por eso recibimos tanto cuando damos.
TODOS SOMOS UNO
"Creo que la verdad desarmada y el amor incondicional tendrán la última palabra" (Martin Luther King)
Para saber si hemos aprendido a amar, tan sólo hemos de echar un vistazo a nuestra forma de comportarnos con los demás. No en vano, la relación que mantenemos con todas las personas que forman parte de nuestra vida es un reflejo de la relación que estamos cultivando con nosotros mismos. Como lo expresa el filósofo Darío Lostado: "Si no te amas tú, ¿quién te amará? Si no te amas a ti, ¿a quién amarás?".
Al darnos cuenta de que lo que les hacemos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos primero, tomamos conciencia de lo estrechamente unidos que estamos todos los seres humanos. No en vano, las etiquetas con las que subjetivamente describimos y dividimos la realidad son sólo eso, etiquetas. Y por muy útiles y necesarias que sean para manejarnos en el día a día, no deben separarnos de nuestra verdadera naturaleza: el amor incondicional.
Igual que los árboles ofrecen sus frutos cuando crecen en condiciones óptimas, los seres humanos emanamos amor cuando nos liberamos de todas nuestras limitaciones mentales. De ahí que si queremos saber cuál es la mejor actitud que podemos tomar en cada momento, tan sólo hemos de responder con nuestras palabras y acciones a la siguiente pregunta: ¿qué haría el amor frente a esta situación?

fuente: elpais.com

La psicofarmacología está en crisis


La psicofarmacología está en crisis. Así de tajante se muestra H. Christian Fibiger, un consagrado psiquiatra de la Universidad de British Columbia (Canadá), en un artículo que ha sido publicado en la prestigiosa revista Schizophrenia Bulletin (Schizophrenia Bulletin, 38, 4, 649-650).

El texto, que lleva por título Psychiatry, the pharmaceutical industry and the road to better therapeutics (Psiquiatría, la industria farmacéutica y el camino para mejorar la labor terapéutica), examina la psicofarmacología desde sus orígenes. Según Figiber, en más de 30 años de investigación y tras miles de millones de dólares invertidos, no se ha inventado ninguna nueva fórmula farmacológica, con un nuevo mecanismo de acción, que opere de manera diferente a los primeros psicofármacos. "Los datos están ahí, y es evidente que este experimento ingente ha fallado", concluye.


En el texto, Figiber pasa revista al método utilizado en la investigación en psicofarmacología. El descubrimiento de las tres clases principales de psicofármacos (antidepresivos, antipsicóticos y ansiolíticos) se estableció, a diferencia de los descubrimientos en otras ramas científicas, "sobre la base de observaciones clínicas fortuitas". Es decir, en el momento en que estos fármacos se lanzaron al mercado, los mecanismos de acción que explicaban sus efectos eran desconocidos. Posteriormente, se descubrió que los antipsicóticos actuaban como antagonistas de los receptores D2, que los antidepresivos tenían un efecto inhibidor de la recaptación de monoaminas y que los ansiolíticos modulaban los receptores GABA. A este respecto, Figiber se pregunta si alguna de estas tres clases de fármacos podría haber sido descubierta con las estrategias actuales de investigación en psicofarmacología, dado que hasta la fecha no existe ninguna prueba científica, ni genética, que relacione los receptores D2 con la actividad antipsicótica o que sugiera que estos receptores cerebrales se expresan o funcionan anormalmente en estados psicóticos. Por lo que, establece Figiber, "sin el beneficio de la validación clínica previa, es difícil justificar que los datos preclínicos por sí mismos puedan situar a los receptores D2 como un objetivo potencial de interés para el tratamiento de los trastornos psicóticos. Lo mismo puede decirse para los transportadores de las monoaminas en la depresión donde, al igual que en la psicosis, no existen modelos animales basados en la fisiopatología de la enfermedad ni hay datos preclínicos convincentes que les señalen como objetivos potenciales para los fármacos antidepresivos". Y añade: "Esto plantea una pregunta inquietante: si, visto en retrospectiva, las tres clases principales de psicofármacos prescritos actualmente probablemente nunca hubieran sido descubiertos usando las estrategias actuales de descubrimiento de fármacos, ¿qué nos hace pensar que estas estrategias darán sus frutos ahora o en el futuro?".

Para Figiber, la psiquiatría se encuentra en un momento crítico de su historia y necesita reorientarse. Según su propio análisis, uno de los principales obstáculos que está impidiendo el progreso científico es la actual clasificación diagnóstica de los trastornos mentales, basada en cuadros diagnósticos simples y homogéneos que no se ajustan a la realidad clínica. No se pueden encontrar correlaciones genéticas consistentes entre los individuos con un determinado trastorno mental, puesto que la naturaleza y gravedad de los síntomas son muy variables dentro de un mismo trastorno, argumenta. Esta situación hace necesario que se cambie el enfoque de análisis y, a este respecto, Figiber plantea como solución el estudio de los posibles marcadores biológicos de cada síntoma por separado (delirios, alucinaciones, etc.) más que del cuadro diagnóstico en su conjunto, en línea con la iniciativa de Research Domain Criteria (RDoC) del National Institute of Mental Health.

Esta vía alternativa, que supone seguir incidiendo en la búsqueda de factores biológicos en la etiología de los trastornos mentales, es una opción que otros investigadores de este campo y de ciencias afines, consideran también insuficiente, dado su carácter exclusivamente simplista y reduccionista. Cabe mencionar a este respecto las palabras de J. Wakefield, profesor de psiquiatría de la Universidad de Nueva York, advirtiendo del peligro de centrar la atención exclusivamente en el nivel biológico y de no tener en cuenta otros factores decisivos de tipo ambiental, conductual y social, en nuestra comprensión de la naturaleza de los trastornos mentales.

Si bien la solución que plantea Figiber no está exenta de crítica, el análisis que ofrece este investigador sobre el estado de la psiquiatría y de la psicofarmacología no deja lugar a dudas. Tal y como concluye Figiber en el artículo, "en estos momentos tenemos ciertas cosas claras":

  • Los esfuerzos realizados en el campo de la psiquiatría y la psicofarmacología durante las últimas 3 o 4 décadas han fracasado en la búsqueda de psicofármacos eficaces.
  • La industria farmacéutica, consciente de este hecho, ha reducido en gran medida la inversión económica destinada a este fin.
  • No hay otra elección que realizar cambios en la manera de enfocar el estudio de los mecanismos subyacentes a los trastornos mentales, el descubrimiento de nuevos fármacos y el desarrollo futuro de la psiquiatría. "Esto requerirá una gran inversión en el campo de las neurociencias, la humildad ante nuestra ignorancia y la voluntad de reconsiderar la necesidad de realizar algunas reconceptualizaciones fundamentales en psiquiatría".

La valoración de Figiber a la investigación en psiquiatría, no ha dejado indiferente a la comunidad científica y menos teniendo en cuenta que el autor de dicha crítica ha dedicado su dilatada carrera académica y profesional a la investigación en neurociencias y psicofarmacología. Una crítica de esta clase, además, tiene serias implicaciones de cara a la práctica clínica habitual en salud mental, basada en la prescripción de fármacos. Los propios psiquiatras e investigadores en psicofarmacología lo reconocen: no es posible identificar marcadores biológicos inequívocos de los procesos de enfermedad mental, por lo queel avance en psicofarmacología está estancado y, hoy por hoy, no existe garantía de que los psicofármacos funcionen partiendo del supuesto cambio biológico que preconizan.

En contrapartida a este punto de estancamiento que está viviendo la psicofarmacología, el avance científico y la consolidación de las terapias psicológicas para el tratamiento de los trastornos mentales en estos últimos años es imparable. El pasado mes de agosto, la Asociación Americana de Psicología (APA) hizo pública la Resolución sobre el Reconocimiento de la Eficacia de la Psicoterapia (Resolution on the Recognition of Psychotherapy Effectiveness), un texto que recopila los hallazgos más importantes en este campo, sobre la base de más de 140 estudios de rigurosa calidad y metaanálisis. La Resolución concluye que los tratamientos psicológicos son significativamente eficaces y muy rentables y que, por lo tanto, deben ser reconocidos por los sistemas sanitarios públicos como una práctica consolidada y avalada en la evidencia.

La investigación sobre la eficacia, eficiencia y efectividad de las diferentes modalidades de intervención psicológica constituye un campo en pleno apogeo, que está cosechando continuos logros, tanto en ensayos clínicos controlados como en contextos reales. Sin embargo, no cuenta con el apoyo y subvención que caracteriza a la investigación en psicofarmacología, respaldada por poderosas compañías farmacéuticas, que -tal y como reconoce el propio Figiber- "están más preocupadas en el negocio de la creación de medicamentos, que en la generación de conocimiento científico".

La pregunta que, como usuarios de los servicios sanitarios, se nos plantea ahora es: ¿hasta cuándo se nos seguirá imponiendo este modelo farmacológico en salud mental que ha demostrado no haber recibido el respaldo científico necesario?

Fuente:

Figiber, H.C. (2012). Psychiatry, the pharmaceutical industry and the road to better therapeutics. Schizophrenia Bulletin, 38, 4, 649-650.











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ESTELAS EN EL MAR



Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

Nunca persequí la gloria,

ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse

de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.


Caminante, son tus huellas

el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino

y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino

sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar

donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...


Murió el poeta lejos del hogar.

Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...


Cuando el jilguero no puede cantar.

Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso.


Cantares, Antonio Machado

domingo, 28 de octubre de 2012

sábado, 27 de octubre de 2012

Los cuervos del Vaticano, con Eric Frattini


Los cuervos del Vaticano. Historia de una conspiración, con el escritor y periodista Eric Frattini.


















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GUÍA PADRES Y MADRES CON HIJOS ADOLESCENTES



Y, LLEGÓ LA ADOLESCENCIA

GUÍA PARA PADRES Y MADRES CON HIJOS E HIJAS ADOLESCENTES. 
Edición: Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz
Dirección: Boni Cantero Sevilla
Coordinación: Begoña Vicinay Gil-García y
Sara Buesa Rodrígez, Servicio de Infancia y
Familia - Departamento de Intervención Social.
Mediadores: Gerardo Villar, Nerea Laucirica,
Mikel Abal


La adolescencia es una etapa difícil. Se trata de un momento de transición entre la niñez y la edad adulta, en la que la principal tarea del/la adolescente
es encontrar su propia identidad y adquirir autonomía. Para conseguir esto, los y las adolescentes tienen que empezar a separarse de las figuras paternas, pero ésta no es tarea sencilla, puesto que, aunque ya no son niños, tampoco son todavía adultos y aún no tienen la madurez suficiente para conseguirlo. Así, el/la adolescente vive un conflicto interno entre la fuerte dependencia que aún tiene de sus padres y el deseo y la necesidad de independencia. Esta lucha interna se expresa a menudo en forma de peleas y conflictos, especialmente con los padres, ya que constituyen para el adolescente ese pilar que tanto necesitan pero del que desean desprenderse, una fuente de seguridad y a su
vez de rechazo.
 
De este modo, la convivencia con un hijo o hija adolescente no suele ser fácil. Los que hasta entonces eran niños y niñas complacientes se muestran de pronto vehementes y rebeldes. Cuestiones que anteriormente no suponían ningún problema, tales como el uso del teléfono o el ordenador, los estudios, los horarios de llegada a casa, la ropa, el manejo del dinero o las pequeñas tareas domésticas, como hacer la cama y dejar ordenada la habitación, comienzan a ser origen de verdaderas batallas o enfrentamientos.
 
Este cambio de actitud desconcierta muy a menudo a los padres, quienes no saben muy bien cómo afrontar los conflictos permanentes con sus hijos/as. Las estrategias que anteriormente utilizaban con ellos ya no funcionan y es necesario adaptarse al nuevo momento evolutivo e ir modificando las normas rígidas por límites más flexibles, negociados y acordados. Esto genera en los padres sentimientos lógicos de inseguridad. Y es que resulta francamente complicado encontrar el equilibrio entre mantener un control y una autoridad sobre el/la adolescente y, al mismo tiempo, concederle progresivamente mayores
cotas de confianza y responsabilidad.

Esta Guía, ha sido realizada teniendo en cuenta las preocupaciones y el sentir de los padres y madres de adolescentes que acuden al Programa Municipal de Mediación Familiar, creado como recurso de apoyo a la familia por el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, a través del Servicio de Infancia y Familia delDepartamento de Intervención social, y que lleva en marcha desde el año 2001.

Con ella se pretende facilitar un instrumento de ayuda, útil y sencillo, a muchos padres y madres cuyos hijos e hijas han iniciado recientemente la adolescencia o ya llevan un tiempo en esta etapa.

A continuación encontraréis un enlace desde el que os podéis bajar esta guía en formato PDF.


Montse García 


FUENTE: Psicomont








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