1
- ¿CUAL ES LA PERSONA MÁS IMPORTANTE PARA USTED?
LA
PERSONA MÁS IMPORTANTE PARA USTED; ES USTED
USTED:
es persona que tiene siempre en su mente y nombra sin cesar cuando
empieza las frases por “Yo... “.
Observemos
los hechos
Nótelo
alrededor suyo: cada vez que alguien comienza su frase es
generalmente por: “Yo”.
Lo
que prueba bien esa importancia instintiva que agregamos a nuestra
persona.
Olvídese
por el momento de toda consideración moral: limítese a analizar
objetivamente lo que usted dice, lo que usted hace y lo que dicen y
hacen todos los que le rodean o los que conoce..
Notará
que lo que siempre es más importante para usted es:
Su
propio interés: bien sea financiero, material, cultural, de
descanso, etc...
Su
porvenir.
Su
familia – su confort.
Su
cónyuge.
Sus
hijos.
Planteémonos
ahora la siguiente cuestión: ¿esto es normal?
Sí,
es total y absolutamente normal: es su instinto vital de conservación
el que actúa.
Si
rechaza el considerar que la primera persona que cuenta para usted
antes que todos los demás, es usted mismo, irá contra la naturaleza
de las cosas.
Es
totalmente normal que usted intente defender su vida y todo lo que
representa su seguridad, sus afectos, etc. En fin, todo lo que le
permite satisfacer sus necesidades fundamentales.
Piense:
¿se ha encontrado alguna vez con un suicida?. Sí es así habrá
podido darse cuenta de que el drama para los que lo rodean es que no
se les puede animar con ningún tipo de interés: todo les es
indiferente; no tienen interés por nada: ni por su porvenir, ni por
su familia, ni por su trabajo, ni en definitiva por su vida.
En
consecuencia, ese instinto vital que nos lleva a defender nuestra
persona es totalmente normal: el día que lo perdamos estaremos en la
vía del suicidio mental o físico.
Si
usted es cristiano, permítame que le recuerde que Cristo dijo: Amad
al prójimo “como a vosotros mismos”. Esto significa, de forma
muy clara, que para poder amar a los demás hay que empezar por
quererse uno mismo.
Para
el creyente negar la propia importancia, disminuirse, es negar la
importancia de la grandeza del hombre, por consiguiente es tanto como
negar la obra del Creador.
Esto
lo expresa muy bien el novelista Virgil Gheorghiu, que
escribió en su novela “El Ojo Americano”
“El
origen divino del hombre le lleva hacia arriba, uno no se puede
sustraer a ello. Todo ser humano, por muy vil y pervertido que sea,
está sometido a la atracción hacia arriba, hacia el cielo. Aspira a
elevarse, a progresar”.
Para
el no creyente, es negar la grandeza, la unicidad del hombre; es
negar la grandeza de la persona humana y de todo lo que contiene en
principio. Y este tipo de negación conduce a las peores atrocidades:
muchos sistemas políticos tiránicos son la ilustración perfecta de
ello.
Usted
debe, pues, amarse a sí mismo tal como es.
Es
posible que una educación o una moral mal comprendida, le hayan
llevado a negarse a sí mismo; a refrenar sus deseos de expansión,
etc... Esto le ha mutilado.
Precisamente,
es lo contrario lo que usted debe hacer: cada ser humano debe, sin
cesar, a lo largo de toda su existencia, “comunicarse consigo
mismo”, o sea, descubrirse a sí mismo para conocer sus propios
talentos y sus dones, pero también sus lagunas y sus debilidades
para remediarlas y sustituir, poco a poco, cada punto débil por uno
fuerte.
Se
puede, incluso, decir que es el verdadero sentido de la vida humana:
partir del desarreglo que es el pequeño ser para durante toda
nuestra vida, progresar y mejorar. Conocernos mejor para
perfeccionarnos a fin de llegar al final de nuestra existencia a la
plenitud de nuestro ser.
Es
falso creer que el ser humano alcanza su plenitud entre los 20 y 40
años para declinar después; es absurdo y esto no descansa sobre
ningún dato científico.
El
origen de esa creencia viene de que, en los siglos pasados y hasta
un período muy reciente, la esperanza de vida estaba entre 30 y 40
años. En los tiempos de Balzac (siglo XIX), la mujer de “30
años” era ya una señora mayor.
En
nuestra época, todo el impacto publicitario se dirige a una
población que tiene entre 25 y 40 años, pues es la más
interesante, la que todavía está equipándose. Toda la publicidad
que nos invade está centrada en la juventud y deja entender más
allá de eso no hay más.
Es
absurdo y está en contradicción con los datos demográficos: la
esperanza de vida de los países occidentales es del orden de los 80
años.
Es
contrario a los datos médicos, que prueban que un ser si no se deja
abandonar, es decir, que procura mantener en forma sus facultades
físicas e intelectuales, puede llegar intacto hasta edad muy
avanzada.
Finalmente,
esto es absurdo puesto que, en una época en que se necesitan por lo
menos 20 años para asimilar todos los datos técnicos y
profesionales antes de poseer una solida experiencia, una sólida
competencia en cualquier profesión, a los 40 años y 50 años se
está en una edad para desarrollar con plenitud los conocimientos
adquiridos.
En
fin, en nuestra época, sólo casi a los 35-40 años se puede
disponer de un capital suficiente de experiencia y competencia que le
permita a uno alcanzar sus objetivos más ambiciosos.
En
resumen
Disponemos,
pues, de una duración de vida activa mucho mayor que la que tenían
nuestros abuelos: alrededor de 50 o 60 años más de nuestra
veintena. Así pues, es muy necesario que nos descubramos, que nos
conozcamos bien, que nos exploremos, para no dejar escapar ninguno de
nuestros talentos ni ninguna de nuestras posibilidades, tratando de
cultivarlos al máximo.
Para
poder interesarse por los demás, hay que estimarse a sí mismo y
tenerse confianza.
Una
cierta educación jansenista ha dejado sus huellas profundas: nunca
ocuparse de sí mismo, inflingirse novatadas para “aprender”,
etc...
El
resultado es el desprecio a uno mismo. Un autor conocido hablaba,
hace algunas decenas de años, de su cuerpo llamándolo “mi hermano
asno”.
Todo
esto es una educación mal comprendida y desviada que no puede
desencadenar más que la falta de confianza en uno.
Sin
embargo, solamente teniendo confianza en uno mismo, en lo que se es
realmente, sin orgullo ni falsa modestia, se puede ir a los demás,
unirse a ellos, estimarlos y amarlos.
Esto
es absolutamente fundamental:
He
aquí por ejemplo lo que escribía recientemente un sacerdote
católico:
“Es
evidentemente penoso y ridículo atribuirse cualidades que no se
tienen, pero es mucho mas pernicioso todavía el no conocerse tal
como se es...”
“Conviene,
sobre todo, y es muy eficaz, el intentar emplear bien las cualidades
que uno posee...”.
“Creo
que debemos ayudar a los jóvenes a amar su juventud, a los chicos
vigorosos a apreciar sus músculos, a las jóvenes bellas a cultivar
su belleza...”.
“Tenemos
que mostrar y demostrar con los hechos que se puede ser cristalino
sin ceder nada a los demás, en materia de músculos o de
inteligencia”.
“La
humildad está, ante todo, en el buen empleo de los talentos”.
Estas
líneas están referidas a una determinada religión, pero, en
realidad se pueden aplicar a todas las religiones y a todas las
éticas, incluso las más laicas.
Esto
significa que es inútil disminuirse a sí mismo, sacrificarse. Para
ir a los demás, para ayudarlos, para estimarlos y para servirlos es
indispensable conocerse a sí mismo y haber estudiado con profundidad
todos los talentos que poseemos para después desarrollarlos. Este es
nuestro verdadero “deber”.
Si
estas afirmaciones le contrarían, le recomiendo la lectura del
libro: “La neurosis cristiana” del Doctor Solignac; él
fue entrevistado durante varios coloquios en la TV, en la radio y en
diversos organismos culturales.
En
realidad su libro describe un estado de hecho corriente, concerniente
no sólo a la moral cristiana, sino, a todas las morales, incluidas
las más laicas; esto es lo que hacía observar en un debate en
“Francia Cultura” una institutriz cuya familia es auténtica y
exclusivamente laica desde hace hace varias generaciones.
II
– PERO A LA INVERSA, ¿CUAL ES LA PERSONA MÁS IMPORTANTE PARA LOS
DEMÁS?
NO
LO OLVIDE NUNCA: LO QUE CUENTA PARA LOS DEMÁS SON ELLOS MISMOS.
Los
demás, o sea, las personas que usted frecuenta y con las que se
relaciona: su cónyuge, sus hijos, sus amigos, sus padres, sus
compañeros de trabajo o de estudios, sus superiores, sus
colaboradores, sus vecinos, etc... reaccionan exactamente como usted:
la persona más importante para ellos, son ellos mismos; y esto es
totalmente normal.
Instintivamente
para ellos, lo más importante es:
Su
persona
Su
interés
Su
placer
Su
confort
Su
familia
Su
trabajo
Su
seguridad
Si
quiere percibirlo, esté atento y sepa escuchar; oirá decir sin
cesar a su alrededor: “mi marido”, “mi mujer”, “mis hijos”,
“mi auto”, mi casa, etc...
Incluso
los asalariados de una empresa acaban por decir: “mi contabilidad”,
“mis pedidos”, “mi máquina”, etc...
Mientras
que de hecho ni la contabilidad, ni los pedidos, ni las máquinas les
pertenecen; ellos lo saben muy bien. Pero esto muestra que, para ser
nosotros mismos, nos es imprescindible asimilarlos, apropiarlos
psicológicamente, puesto que si esto no fuera así no tendríamos
interés por las cosas y no desarrolaríamos bien nuestro trabajo.
III
– TECNICAS DE COMUNICACIÓN: CONCLUSIONES PRÁCTICAS PARA CON LOS
DEMÁS.
SI
QUIERE INTERESAR A LOS DEMÁS: HABLELES DE ELLOS, DE SUS INTERESES,
NO HABLE SIEMPRE DE USTED MISMO.
1ª
Hábleles siempre de ellos.
Sustituya
el “yo” por el “usted”: hábleles de su coche, de su salud,
de sus vacaciones, etc. De esta manera, captará su atención. Es un
pequeño ejercicio que no pide más que algunas semanas de atención,
para después convertirse en un acto reflejo totalmente automático.
2º
Póngase en su lugar.
Pregúntese
sin cesar, si quiere atraer la atención de los otros, interesarlos,
convencerlos, etc..:
Es
un ejercicio muy importante, aunque muy fácil que es totalmente
necesario que asimile como algo automático.
Tanto
que, ya no verá las cosas sólo desde su punto de vista sino que las
verá bajo un ángulo muy diferente.
A
partir del momento en que adquiera la costumbre de prestar atención
a los demás ensayando ponerse en su lugar, comenzará a
comprenderles y por consiguiente a ser escuchado.
3º
Considere siempre todas las cosas desde el punto de vista de los
demás.
Es
una regla fundamental para triunfar en sus relaciones humanas de su
interlocutor: considere y presente las cosas desde el punto de vista
de su interlocutor, es lo único que le interesará.
Ese
es un hecho sobre el que es inútil discutir.
Como
ya le he dicho al principio, cada uno de nosotros tiene como
personaje principal de su vida a él mismo.
Por
consiguiente, es totalmente normal que instintivamente, tanto usted
como yo y como todos los demás, nos interesemos mucho más por los
asuntos cuando se nos presenta las cosas desde nuestro punto de
vista, es decir, cuando se nos habla de nuestros intereses (que no
tienen porque ser, forzosamente, intereses materiales).
Si
es vendedor o negociante
De
hecho, todos nosotros lo somos en determinadas ocasiones:
Cuando
buscamos empleo, es a nosotros a quién “vendemos”.
Cuando
proponemos ideas a una asociación o a una empresa “vendemos”
nuestras ideas, intentamos convencer.
Regla
de oro nº1:
presente siempre las cosas desde el punto de vista del
otro o de los otros.
SEPA
DETECTAR LOS ERRORES COMETIDOS CONTRA ESTA REGLA
Siempre
puede usted detectar a su alrededor errores que van contra esta regla
fundamental:
1º
La Administración: El Estado
Las
reglas se dictan desde arriba; nos imponen su punto de vista de
arriba hacia abajo, y esto produce errores fundamentales tales como:
En
Francia se glorifican de haber construido liceos de 7.000 plazas,
“los más grandes de Europa”: el resultado ha sido un error.
Si
les hubieran hecho una encuesta a los interesados: alumnos,
profesores, padres, etc... no se habría decidido una cosa tan
absurda en los ministerios parisinos.
Se
ha creído aconsejable imitar a otros países llevando a los alumnos
a pleno campo, fuera de toda vida social y se extrañan de que tales
equipos inhumanos, a base de hormigón, sin vida ni calor humano,
provoquen reacciones.
Se
han construido en pleno campo alojamientos yuxtapuestos, sin alma.
Veinte años más tarde se dieron cuenta que éstos generan familias
condenadas a vivir replegadas sobre ellas mismas.
Han
dado lugar a que bandas de jóvenes que apestan a aburrimiento y a
soledad se desfoguen y distraigan como pueden.
La
palabra “tecnocracia” está de moda y a menudo es mal
comprendida. Yo creo que se designa bajo este término, sobre todo,
a cualquier cosa que se dicte desde arriba (o sea en la alta
administración): sin consulta alguna a los ciudadanos, ni
participación de éstos en las decisiones.
Es
así como los arquitectos parisinos pusieron a punto los liceos, con
grandes huecos de vidrio, destinados a captar el menor rayo de sol:
es completamente comprensible en regiones brumosas o lluviosas, poco
soleadas. Es una sana reaccion contra los liceos napoleónicos
dotadas de pequeñas aperturas y con barrotes en las ventanas.
Pero
el absurdo consistió en construir este tipo de liceos por toda
Francia: conozco un liceo en el sur de Francia en el que las clases
de las plantas superiores nunca han podido ser habitadas por el
calor que hacía en ellas, incluso en temporadas de primavera y
otroño. Desde hace años se está tratando de demostrar que estas
salas son inhabitables. En estas regiones hubiera sido preferible la
construcción de liceos concebidos de manera totalmente diferente
para conservar el máximo de frescor durante seis meses al año.
Tendrían que haberse puesto los arquitectos y los organismos
oficiales en el lugar de los que lo iban a utilizar y ver las cosas
desde su punto de vista.
2º
– La publicidad que exalta el orgullo y el “ego” de los
fabricantes. Ojee las revistas,
mire los carteles, los spots publicitarios de la televisión, etc...
Hay
dos tipos de publicidad referente a la Ley del Ego:
a)
El que se pone en el punto de vista del consumidor. Este
se pone en su lugar, habla exactamente su lenguaje: se siente
implicado y seducido.
b)
Toda una publicidad de orgullo que no es más que un himno a la
alegría del fabricante o de sus dirigentes.
Tengo
ante mi una carta de prospección que me fue enviada por una de las
mayores revistas francesas; he aquí su primera frase “He pensado
que a usted le gustaría aprovechar la invitación adjunta. Como
Director General de..., tengo pues el honor de mandársela
personalmente”.
Estas
pocas líneas destinadas a atraparme están escritas a base del “YO”:
¿cómo puede pretender que me importe a mí que el Director de tal
revista (que me ha abrumado con toda su pretención) me envíe una
invitación que de hecho no más que un petición de abono?
El
redactor ha tratado de rectificar añadiendo al final el adverbio
“personalmente”. Pero no corrige el “Yo”.
Un
fabricante de automóviles muy conocido despreciaba abiertamente la
opinión de su clientela durante decenas de años. Estimaba que no
debía hacer publicidad con el pretexto de que sus ingenieros, sus
fabricantes y sus técnicas estaban por delante de los coches del
mundo entero y que sus modelos se imponían por ellos mismos.
Es
posible que sus técnicas estén definitivamente avanzadas; pero
hay que suponer que no se habían impuesto totalmente, puesto que
dicha industria, en algunos años, ha pasado por otras manos y ha
perdido personalidad propia.
A
la inversa, otros fabricantes, más astutos, han hecho amplias
encuestas (estudios de motivaciones) preguntando a los clientes
potenciales lo que éstos desearían: velocidad, consumo, línea del
coche, color, potencia, etc.
Estos
estudios han dado lugar a la fabricación de coches como el 4 L, del
que han sido construidos millones de ejemplares: se ha partido pues,
del punto de vista del consumidor y después se ha intentado llegar a
algo que se le acerque lo más posible. El resultado se llama éxito.
Prácticamente:
sepa mirar a su alrededor para detectar estos innumerables errores en
el que el “Yo” importa más que el punto de vista de los
clientes, que es sin ninguna duda el más importante, puesto que él
es el que paga.
IV
– CONCLUSIONES PRACTICAS HACIA USTED MISMO
1º
INTENTE INFATIGABLEMENTE ACRECENTEAR LA PROPIA ESTIMA DE USTED MISMO.
Postulado:
Si la estima que hace de usted mismo es baja, sus relaciones humanas
sólo podrán ser malas.
Solamente
una buena confianza en sí mismo y una buena estima razonable de sí
mismo (lo que no tiene nada que ver con orgullo, que es una excesiva
estima de sus capacidades) permitirán que se una a los otros de una
forma suave y relajada.
Como
escribió el Dr. Solignac: “sea un buen compañero para usted
mismo”. Al igual que las casas, y con mayor razón los grandes
inmuebles, sólo pueden ser construidos con sólidos cimientos.
De
la misma manera los cimientos sobre los que usted construirá su
vida, y todas las relaciones con los demás, es USTED, su persona, su
personalidad.
Así
comprenderá que no podrá triunfar en la vida ni con los demás si
no tiene confianza en usted, si su personalidad no es sólida, si se
conoce mal.
2º
HAGA UN BALANCE PERSONAL Y COMPLETELO CONTINUAMENTE.
Usted
debe descubrirse
Edouard
MICHELIN (fundador de la marca MICHELIN) decía a
principios de siglo a sus colaboradores, que se quejaba de las
insuficiencias de sus cuadros: “En toda persona hay defectos y
cualidades (si no fuera asi, no estarían en Michelín). Usted no
puede nada con sus defectos pero puede sacar el máximo de partido de
sus cualidades y ayudarles a desarrollarlas”.
Piense
que esta frase fue pronunciada a principios de siglo, en una época
en la que no se era muy suave con los asalariados.
Esta
frase se la debe dirigir usted a sí mismo: debe sacar el máximo
partido de sus cualidades y desarrollarlas continuamente.
Prácticamente:
¿cómo debe proceder?
1º
Haga su propio balance en su Carnet de Desarrollo Personal.
Trace
sobre una agenda, una hoja, o un cuaderno, dos columnas:
Anote
por un lado lo que estima que es positivo en usted: o sea, todo
posible talento: osea, todo posible talento.
Las
cualidades que conoce de sí mismo o que otros le han señalado, por
mínimas que sean.
Los
deseos que a menudo ha refrenado.
Por
el otro lado: haga la lista de lo que a usted le parecen lagunas o
debilidades.
Le
señalo que al principio, probablemente encontrará más de negativo
que de positivo; si éste es su caso, es porque rumia mucho más sus
lagunas que sus puntos fuertes.
Es
importante que olvide un poco sus puntos débiles, y se apoye sobre
los fuertes y los desarrolle.
Es
la condición indispensable para combatir los puntos débiles de su
personalidad.
2º
Complete continuamente este balance.
Le
aconsejo que use una pequeña agenda confidencial:
Le
servirá para descubrirse, poco a poco, a sí mismo.
Un
ser humano debe aprender a comunicarse consigo mismo: es decir, con
los aspectos más profundos de su personalidad.
Muchas
personas dudan de lo que descubren con este balance: ellas parten de
su supuesto “a priori” negativo, estimando inconscientemente que
van a descubrirse únicamente debilidades o defectos.
Es
absolutamente imposible
Se
podría simbolizar una personalidad con el siguiente dibujo. Lo que
está marcado con cruces representa sus puntos fuertes y lo que está
marcado en negro, sus lagunas.
No
puede ser de otra manera, pues si las proporciones fueran inversas,
hace tiempo que usted se hubiera hundido y no existiría como
persona.
Posiblemente
usted pasa mucho tiempo rumiando sus puntos débiles y de esta forma
llena completamente su imaginación. Pero tiene que llegar a saber
que las proporciones están invertidas y a tomar una conciencia
objetiva de lo que usted es.
A
eso se le llama: aprender a aceptarse, o sea reconocerse exactamente
por lo que uno es.
Y
así aprenderá a estimarse a sí mismo.
Se
lo repito una vez más: esto no es una demostración de orgullo. Si
no lo hace, nunca aprenderá a servir auténticamente a los demás, a
relacionarse con ellos de una forma abierta y enriquecedora, tanto
para ellos como para usted.
3º
Desarrolle continuamente lo que hay de bueno y positivo en usted.
Usted
tiene talentos: el balance indicado arriba le enseñará, poco a
poco, a descubrirlos.
Es
posible que, desde su infancia, los haya descuidado mucho, bien por
falta de tiempo o bien porque no ha sido alentado por el medio que le
rodea, o porque no ha creído tener dichos dones, etc...
Es
el momento de redescubrir lo que ha reprimido:
Si
tiene ganas de bailar, de dibujar, de viajar, de ejercer un oficio
activo y no sedentario, es el momento de preguntarse francamente: ¿no
será que he traicionado mi vocación?.
El
criterio que debe seguir es éste (si bien, tampoco es cuestión de
embarcarse en un impulso). Pero hay vocación si, en el curso de los
años, vuelve periódicamente un deseo profundo de hacer tal o cual
cosa. Esto es sin duda una vocación o, en todo caso, una llamada
precisa que vale la pena explorar.
De
todas formas usted es el contable de sus propios talentos: usted
tiene que detectarlos, desarrollarlos y ponerlos al servicio de la
comunidad.
La
primera persona que se beneficiará será usted mismo, pues se abrirá
a los demás.
4º
No trate de corregir más que una laguna a la vez.
En
la parte negativa de su balance personal, descubrirá tal o cual
debilidad. Como ya lo he dicho, habrá muchas menos de las que piensa
al principio.
No
cometa el error de subestimar la fuerza de la constumbre: dicho de
otra forma, no intente transformar en usted varios puntos negativos a
la vez.
Divida
la dificultad para vencerla mejor y esquivarla.
Lo
que significa que no debe atacar más que una laguna a la vez; y
tomarse todo el tiempo necesario para transformarse. Esto puede
requerirle meses o, quizá, años.
5º
Aparte todo lo que le disminuya
Por
ejemplo, aleje todos los pensamientos de duda, de temor, del tipo:
“no lo conseguiré”... “no soy capaz de... “.
Hay
que evitar todas estas palabras que son verdaderos tics con las que
se anuncia públicamente que uno no se cree capaz de hacer algo: “voy
a intentar explicarle que...”, “no se dibujar”, “no sé
hablar”, “no sé reparar mi coche”.
Continuamente
nos pasamos el tiempo (inconscientemente) disminuyéndonos ante los
demás. Las personas tomarán al pie de la letra lo que usted se
atribuye como negativo, pues, es evidente que a sus ojos usted se
conoce mejor de lo que le conocen ellos y si usted lo dice es porque
debe ser cierto.
Un
día oí hablar de un misionero de gran talento y de gran devoción
que había pasado 30 años al servicio de los demás en el frío
solitario del gran Norte Canadiense.
Al
cabo de 30 años, participó en una reunión de su orden; sus
cofrades no le conocían más que por su reputación. El creyó
adecuado tomar la palabra y, con un exceso de humildad, declaró que
se sentía muy poco capaz de hablar, de tener “ideas originales”,
teniendo en cuenta su largo alejamiento de la civilización, etc...
Sin
darse cuenta, estas declaraciones terminaron por meterse en el
espíritu sus cofrades y de su Orden, que lo consideraron
definitivamente como un “pobre hombre”. Mientras que esto no era
más que la expresión de una cierta humildad y de mucha timidez. He
aquí un hombre que se disminuyó a sí mismo, se le creyó. Muchos
talentos se han perdido de la misma manera, habiendo podido rendir
grandes servicios.
6º
Construye su carrera y su vida sobre la personalidad descubierta de
esta forma.
Su
deber, el deber de todos nosotros, es ir hasta el fin de nuestra
personalidad, hasta que descubramos al máximo todos nuestros
talentos.
Es
lo que nos debemos a nosotros mismos y a los demás.
Esto
sólo lo podrá llevar a cabo si se apoya en un fundamento sólido,
que es USTED MISMO.